La hermandad del Gran Poder y toda Sevilla aún recuerda la gran gesta que en los meses de octubre y noviembre realizaron con el Señor como bandera devocional de todo un pueblo. La misión en Tres Barrios, una de las zonas más pobras de España, vivirá para siempre en la memoria de los sevillanos y foráneos que lo vivieron. Ahora, con el paso del tiempo y con la llegada de una Semana Santa plena, el máximo responsable de la corporación de la Madrugada analiza para Escaparate lo acontecido y el futuro de una hermandad clave para entender a Sevilla.
¿Cómo espera vivir la Semana Santa?
Con muchísima ilusión, como casi todos los cofrades. Nos hemos llevado dos años de pandemia sin celebrar los cultos externos en la calle. A parte de la ilusión, también con la Esperanza de que esto ya se normalice y que el año que viene no tengamos ningún tipo de problema con la pandemia.
¿Qué significa ser hermano mayor del Gran Poder?
Una responsabilidad grandísima y un honor mayor todavía.
En lo social, su posición le lleva a estar presente en los grandes actos de la ciudad. Todo ello por ser el máximo responsable de esta entidad.
Es un puesto importante, pero yo tengo asumido que en vez del hermano mayor soy el hermano menor. Tiene que estar al servicio de la hermandad, de sus hermanos, de la iglesia y de toda Sevilla. Jamás he pensado que tenga un estatus superior a nadie. Es más, esto es pasajero. En cuatro años están siendo de
nuevo un hermano de número. En algunas ocasiones, cuando te invitan a muchos actos que de otra manera no te hubieran invitado. La representatividad que tiene la hermandad dentro de la ciudad es evidente. Muchas veces me ruboriza.
Volviendo al día a día, ¿cómo le contaría a un foráneo lo que significa el Gran Poder en Sevilla?
La Basílica de Jesús del Gran Poder es el corazón devocional de Sevilla junto con la Macarena. Hay muchísimas imágenes con muchísimos devotos, pero el Señor y la Virgen de la Esperanza son los pilares fundamentales. Si me ciño a este lugar, se viven testimonios diarios de fe y devoción de los que algunos son verdaderamente conmovedores. Tengo muchos testimonios de personas que me llaman por teléfono, que me escriben correos, que me encuentro por la calle, que me cuentan sus experiencias,… Es el corazón devocional de la ciudad. Pasan miles de personas semanalmente por aquí, los viernes sobre
todo. Cada uno trae una pena, una inquietud, una necesidad o un agradecimiento. Es de muchísima responsabilidad de la hermandad es acercar los devotos al Señor y el Señor a los devotos. Por eso está tantas horas abierta.
Volviendo la vista atrás. ¿Cómo recuerda los meses vividos en Tres Barrios?
-Ya hemos empezado a reposarlo y a digerir aquellos días maravillosos en los que estuvo el Señor en los Tres Barrios. A medida que pasan los días te das cuenta de la grandeza de las obras del Señor. Aquello fue una obra suya. Los frutos espirituales que se alcanzaron fueron el principal motivo de la celebración, el agradecimiento de los vecinos, de la implicación de ellos, los párrocos y hermanos con la labor social que allí se hace. Y, sobre todo, te das cuenta que ha sido un punto de inflexión a partir del cual las hermandades debemos de tomar este tipo de derroteros, de evangelizar… No digo que las hermandades imiten lo que hizo el Gran Poder, pero pongamos en práctica lo que el Papa Francisco dijo: “Salir a las periferias espirituales y no solo las de las necesidades materiales”. El centro de todo fue el Señor y él fue el que movió todo esto. Estando en sus manos salió.
¿Plantean repetirlo en una nueva ocasión?
Esto no es planteable por parte de la hermandad. Son hitos que se celebran cada muchos años. Esto surge por inspiración divina. Lo que hay que hacer es reactivar lo que tenemos entre manos y que sea una misión permanente.
La hermandad sigue allí…
Sigue presente allí desde el día siguiente de llegar a San Lorenzo. Los más de cien voluntarios que tenemos siguen trabajando allí.
¿Se imaginaba estos dos años de pandemia? Ahora el Señor vuelve a salir en Semana Santa. Hace dos años estábamos todos abrumados. Nos sobrepasaban las circunstancias de la pandemia. No me imaginaba que esto iba a tener tanta trascendencia, pensábamos que iba a ser más breve. No habíamos vivido en la historia reciente una pandemia igual. Ha afectado a todos los sectores: económicos, sociales, culturales y, por supuesto, religiosos y emocionales. Ahora, que lo veo en la proyección del tiempo, soy consciente de la batalla que se ha librado para salir lo más pronto posible de esto. Este tiempo lo hemos puesto todo en la mano del Señor. Han sido tiempos durísimos. Ahora todo lo acogemos con más alegría porque parece que se va solucionando y esperemos que el año que viene todo sea totalmente normal.
Texto: Javier Comas
Fotos: Gerardo Morillo