LA CASETA
Subo el toldo de esta caseta para contarle por encima mis últimos días y mis últimas noches que han estado repletos de planes y de personas que se cruzaron por mi vida como en un baile interminable. Me fui a Madrid. Ir a la capital es un ejercicio que hago con frecuencia porque me oxigena. Allí estuve viviendo en casa de mi amigo José Carlos García, director de Marketing y Comunicación de Marqués de Murrieta. Es uno de esos amigos incondicionales con los que Dios premia cada mucho tiempo y con el paso de este. Estos días, por cierto, están de enhorabuena en la bodega. El Rey Don Juan Carlos estuvo de visita en el Castillo de Ygay hace pocos días degustando sus caldos. Han sido galardonados en noviembre en Buenos Aires como el Mejor Vino del Mundo. Su presidente y propietario, el Conde de Creixell, ha conseguido poner en el lugar que siempre tuvo al Marqués de Murrieta y que hoy es referente para el sector.
Estuve convidado por mi compañero periodista y relaciones públicas Raúl Romero al desfile peletero de Santiago del Palacio. Abrían unos niños de catálogo en un ambientación invernal con todos los detalles súper cuidados. Fui con mi amiga Blanca Carrillo de Albornoz, divertidísima como siempre. Ya en la copa que dieron en el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid estuve charlando con Mar Flores y Javier Merino, con Gema Ruiz, Laura Sánchez que estaba de mudanza muy cerca… Las mudanzas me dan pánico. También estuve con los Alvarno y el diseñador Jorge Vázquez. Blanca no quiso cenar porque está cuidándose así que disolvimos el capítulo y me fui a cenar a casa de José Carlos García y Gonzalo Ortiz Lázaro, director general de Inmigración en el Gobierno de la Comunidad de Madrid.
Londres
Al día siguiente me fui a Londres por la fiesta que anualmente da el bodeguero napolitano Generoso di Meo en algún punto del mundo. A la última suya que fui fue en Marrakech y fue inolvidable. Fui con el Conde de Bañares, Carmen Lomana y Rubén Cano, íntimos del bodeguero que hace honor a su nombre.
Ir a Londres en estas fechas es una pasada. La explosión de bombillas en calles y escaparates invita a soñar. Los ingleses para esto son los mejores. También a la hora de venderse como únicos en el mundo como lo es su carril de la izquierda. ¡Qué listos fueron quedándose fuera del Euro! Vivir esos días junto a mi musa los hicieron inolvidables. Carmen Lomana es una mujer viajada, abierta de mente, divertida y dramática cuando quiere quejarse que la hacen insoportablemente adorable. La amo de hecho. Había momentos en los que quise matarla pero al final acababa metiéndome en el bolsillo cuando me veía con el aguante justo para acabar el día. No se libró de las fotos ni en la capital británica, repleta de españoles enloquecidos con mi rubia. Ella tuvo para todos unas palabras agradables. Es admirable en esto.
Vivimos en hoteles de ensueño las horas del té, compramos latas en Harrods y Fortnum and Mason (un clásico) como si no hubiera un mañana, pateamos por todas las tiendas claves, también Portobello para arriba y para abajo; cenamos en restaurantes con camareros educadísimos y simpatiquísimos y paseamos unas calles llenas de vida y de gente guapa y excéntrica. Carmen me llevó a parte de su Londres, me mostró una pincelada de la ciudad revolucionaria que conoció en los años ochenta con el amor de su vida, Guillermo, al que conoció en la capital del Reino Unido en un bar de jazz. Me parece de quitarse el sombrero los modos de camareros y dependientes de Londres. Es la tercera vez que iba y me siguió impactando como la primera vez que fui hace quince años. Los dependientes se salen del mostrador para dar las bolsas y no al otro lado de él y como gestos así muchos, casi imperceptibles, pero de los que uno se acaba dando cuenta y que demuestran que los ingleses son los números uno en marketing. Chapó. La parte off the record la viví con mi amigo Manu Muñoz, joven empresario de éxito que está introduciendo su marca de zapatos Peter & Porter con bastante buena acogida en Londres, fabricados en España… Estuve viviendo en su casa, por mucho que haya viajado este amigo de Los Ángeles a Australia sigue teniendo el arte de su Sevilla natal. Está «sembrao».
Volvimos a Madrid como de Madrid salimos y hasta en el avión mil anécdotas con mi musa, algunas incontables, todas ellas sumadas me hicieron vivir unos días en Londres que vivirán para siempre en el recuerdo. A la vuelta llevé a Carmen Lomana al desfile de diseñadores emergentes que empieza a organizar la sevillana Macarena Martín con su proyecto Gliz. Esta vez fue en el Hotel One Shot del también sevillano Enrique de Solís. Allí estaban haciendo patria también la empresaria Raquel Revuelta con su socio en Doble Erre, Pedro González, Nacho Varo, novio de Macarena; su hermano Rosauro Varo con Amaia Salamanca, la diseñadora Pilar Vera, el diseñador Daniel Carrasco, Eugenia Ortiz Domecq, entre otros. Allí vimos las propuestas de los sevillanos José Luis Zambonino, María Lama de Góngora con su firma Lamágora, las hermanas Andrada-Vanderwilde y Mario Gallardo. Acabamos la noche a las y pico en Otto, en Castellana 8, propiedad de los hermanos Varo, donde fui a cenar al día siguiente con Carmen Lomana, que no la veía desde hacía mucho… Se cena de maravilla. Muy sevillano el ambiente tras el desfile que le contaba y lleno de gente con ganas de agradar.
Mi ruta madrileña me llevó al día siguiente al estudio de David Delfín para hacerle una entrevista que tenía en el tintero desde hacía bastante tiempo. Su estudio es como él: único y divertido, con alma. Me acompañó disparando Alberto Bernáldez, estupendo fotógrafo con una trayectoria en la prensa rosa que goza de bastante consideración en la profesión.
Aproveché mi estancia en Madrid para quedar con Nuria González de Fernández Tapias. Vino con su hermana y pasamos una tarde de confesiones en Embassy súper agradable. Embassy es de esos rincones de culto donde nunca me canso de volver a volver. Al día siguiente cené con Blanca y José Miguel Carrillo de Albornoz, Vizconde de Torre Hidalgo y Carmen Martínez- Bordiú. Era 20 de noviembre y eran muchas las efemérides que se celebran ese día que venía a engrosar la muerte de la más Grande de España de la que no hablo en esta caseta porque ya lo he hecho en mi carta del director de este mes y a lo que dedicamos nuestra última edición. Brindamos como no podía ser de otra manera por la vida. La vida es un momento por este mundo. Como el planeta entero ha podido ver, en un pequeño recipiente cupieron los restos mortales de Cayetana con lo grande que era y significaba. Hemos debido comprender que estamos de paso y que nadie se libra de ese trámite vital, por lo que en esencia nadie somos nadie más que nadie y debemos vivir pensando que aquí no se queda nadie. Brindamos por ella y por todos los que se fueron a las marismas azules. Carmen Martínez-Bordiú es la mujer más práctica que conozco y cuando se relaja es divertida hasta rebosar. Le dimos un buen tiento al Sake japonés hasta que disolvimos la reunión. Magnífico el japonés de la madrileña calle Lagasca. Por cierto, invitó Blanca que es de una generosidad de libro.
Cuando terminé mis compromisos profesionales en TVE volví tras diez días a mi ciudad y a mi casa que aguardaba mi llegada con mi sofá, cama, almohada y demás… No volví a las diez y cuarto de la noche para descansar. Solté las maletas y todo lo que arrastraba de Madrid-Londres-Madrid para irme a la Lonja del Barranco para la presentación del nuevo Smart. Mis amigos de Concesur no se merecían menos esfuerzo por mi parte. Allí estuve con los Fernández-Vial, propietarios de Concesur; José Carranza, gerente; Álvaro y Henar Cruz, de la agencia Singular One; el alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, con su encantadora mujer, Beatriz Alcázar; el presidente de la Cámara de Comercio, Francisco Herrero con su esposa, Carmen Maldonado, que siempre me saca algo de lo que lleve puesto para hacerme un cumplido. Es genial. Por allí estaba también el incombustible Luis Miguel Martín Rubio con Mercedes Morón y la diseñadora Rocío Puch. Hablé y abracé a todo el que me encontré allí con un ambientazo y una organización diez.
Rematé esas dos semanas largas en El Rocío con mi Hermandad del Rocío de la Macarena que está de celebraciones por su XXV Aniversario. Ir al Rocío siempre me inyecta ilusión, paz, serenidad y ganas de seguir peleando en todos los frentes. En unos días le cuento mi última semana que no tiene tampoco desperdicio pero no quiero hacerle eterna mi crónica. Echamos el toldo en mi caseta para volver a destaparla en breve para seguirle narrando actos, gentes e ideas que me pasan y que hacen que mi día a día sea una aventura en constante movimiento. Sean felices.