3 Jul, 2018 | Blog

La Hermandad de la Macarena inauguró el pasado 21 de junio su nueva casa de hermandad junto a la Basílica. Un nuevo espacio funcional con más de novecientos metros cuadrados construidos, cuatro plantas, ascensor y hasta una terraza, biblioteca o sala de telecomunicaciones que otorga un inmueble de primer nivel a la altura de una de las entidades fundamentales para entender hoy en día la ciudad.

La Hermandad de la Macarena inauguró el pasado 21 de junio su nueva casa de hermandad junto a la Basílica. Un nuevo espacio funcional con más de novecientos metros cuadrados construidos, cuatro plantas, ascensor y hasta una terraza, biblioteca o sala de telecomunicaciones que otorga un inmueble de primer nivel a la altura de una de las entidades fundamentales para entender hoy en día la ciudad.
El acto estuvo presidido por el Arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo Pelegrina, el delegado de Fiestas Mayores, Seguridad y Movilidad, Juan Carlos Cabrera, el teniente general Juan Gómez de Salazar y por el propio hermano mayor de la corporación, José Antonio Fernández Cabrero. Asimismo, también acudió Miguel Rus, director de la constructora Heliopol, representantes entidades sevillanas, de la parroquia de San Gil, la Madrugada y las hermanadas con la Macarena, además de representantes de los colectivos que vertebran la vida interna de esta corporación.
Así, el arzobispo dio «las gracias al Señor por la puesta en valor de esta casa», de la cual pide «que sea una casa de fraternidad, que es algo intrínsecamente unido a la vida de las hermandades. Sería una incongruencia tremenda que llamándonos hermandad, entre nosotros afloren divisiones y grietas. Es lo más anticristiano que existe».
Por otro lado, Asenjo pidió «para que sea donde toda persona sea siempre bien recibida. Que viváis aquí en la verdad. Eso se hace cultivando la propia identidad de hermandad: un asociación pública de fieles que busca el culto a sus titulares, pero no nos podemos quedar ahí. Todo lo que hagamos por incrementar la formación de los cofrades será muy bueno. El servicio a los pobres y el crecimiento en la fe y en la vida cristiana. Desde aquí se tiene que difundir la devoción a la Virgen».
El hermano mayor, José Antonio Fernández Cabrero, recordó que la reforma de esta casa se firmó ocupando el cargo su antecesor, Manuel García, y se comenzó a plantear cuando dirigía la corporación Juan Ruiz Cárdenas. Quiso acordarse también de José Luis de Pablo Romero, el hermano mayor con el que se compró el inmueble en 1991. «Ahora me toca a mí estrenarla, pero tenemos un reto. Esta casa tiene que tener alma, si no habremos fracasado». De esta forma, apeló a los hermanos y colectivos de la corporación a implicarse en la vida diaria y llenar este espacio de encuentro, «para hacer una hermandad caritativa, fraterna y social».
Un lugar para la ciudad
La corporación de San Gil tiene ya una casa hermandad a la altura de su importancia. Un inmueble que ha sido readaptado para las necesidades del siglo XXI de una corporación que no sólo cuenta con más de catorce mil cien  hermanos, sino que es eje vertebrador del barrio, centro devocional y de peregrinación para miles de personas y puerta de entrada al Centro en la zona norte.
Tras siete meses de trabajos, la Macarena ha logrado disponer de un espacio abierto, polivalente y moderno para los hermanos y también para toda la ciudad, ya que en sus dependencias se permitirá el acceso a cualquier ciudadano para, por ejemplo, estudiar en la nueva biblioteca. Todo ello con una inversión de más de 700.000 euros.
El espacio está conformado por las dos casas que ya poseía la hermandad en propiedad desde el año 1990, en la calle Bécquer número 1 y 3, anexa a la basílica pero cuya funcionalidad era muy pobre. Por eso, el reto de la corporación era dotarla de mayor accesibilidad para personas con movilidad reducida, mejorar la funcionalidad y acabar con el reparto caótico de los espacios que había hasta ahora y, por último, la unión de los dos inmuebles, que hace casi treinta años «se hizo con prisas y de manera torpe, según la época». Así lo explica el arquitecto, Rafael Cuadrado, que junto a la constructora Heliopol han llevado a cabo esta obra cuyos plazos y presupuestos se han cumplido estrictamente.
700.000 euros de inversión
Siete meses de trabajos y una inversión de 700.000 euros que han permitido rehabilitar las cuatro plantas que posee este inmueble. La casa cuenta con una recepción, despacho del capiller, un salón multiusos, cafetería y almacén en la planta baja; una zona administrativa, el despacho del hermano mayor que ocupa la fachada principal, la sala de juntas y una sala de telecomunicaciones en la primera; un moderno archivo, un espacio de recuerdos, una sala multiusos y una biblioteca, en la segunda y una gran terraza en la última planta para cualquier uso con un aforo de hasta cien personas.

 

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