Queridas sevillanas, entre los muchos privilegios que nos ofrece haber nacido y vivir en esta ciudad, vestirnos de mantilla es de nuestros favoritos. El valor de esta tradición de antaño reside en el uso correcto de la prenda unido a la innovación a la que Sevilla abre la puerta grande, siempre que esté dotada de buen gusto. Las reglas están para cumplirse, aunque podemos permitirnos el lujo del atrevimiento, si nuestra aportación personal no se antepone al respeto y la delicadeza que implica llevar una mantilla, puesto que eso supondría dejar en el olvido la esencia de esta vieja usanza religiosa.
Con intención de que no se pierdan las buenas costumbras, he tenido el honor de contar con la ayuda de Rocío Terry, diseñadora y miembro del jurado del concurso de Mantillas de la Exhibición de Enganches; Fernando López (también miembro del jurado) y Braulio Vázquez, ambos de Antigüedades Bastilippo; y Julia Candau, madrina de la bendición y camarera de la Virgen del Socorro (Hermandad del Amor).
El Jueves Santo y el Viernes Santo, en señal de luto por la muerte del Señor, la capital hispalense se viste de negro dejando el papel protagonista a esta pieza emblemática. Una prenda femenina que, en su correcto uso, se soporta con una peina. En estas dos jornadas, se trata de una muestra de bastante respeto, admirable fe y mucha tradición.
El primer Domingo de Feria, en la Real Maestranza de Sevilla, se celebra la Exhibición de Enganches, un paseo para recordar que puedes presenciar en calle Adriano y donde la mantilla, en esta ocasión de color blanco (crudo), vuelve a ser excusa y argumento. Sin embargo, el motivo es otro (es donde cabe lugar dicha innovación), por lo que se permite dejar atrás el color negro. Se conceden tres premios, en valor a la calidad de la mantilla; a la originalidad de los complementos; y un tercero al conjunto.
La mantilla, independientemente de su color, debe ir colocada en proporción a la altura de la señora. En el uso de la mantilla negra, el vestido siempre sobrio de estilo clásico. Muy importante que tenga mangas (francesa o largas) y corte por debajo de la rodilla. Siempre con medias de cristal y zapatos cerrados negros. Los guantes pueden ser de cualquier tipo de tejido, sobre todo raso o terciopelo, siempre que se respete el color.
La mantilla blanca comparte protocolo en la colocación con la negra, pero admite libre elección de colorido a la hora de escoger los zapatos y el vestido. Cabe reseñar que se recomienda la elección de tejidos lisos y colores vivos para lucirla más y mejor.
Rocío Terry, diseñadora y miembro del jurado del concurso de Mantillas, propone dos opciones para acompañar a la mantilla blanca: mantón de Manila con bolso o abanico; mantilla con bolso y abanico. La mujer no puede mostrarse igual de natural
si va cargada, en cuanto a complementos se refiere. Respecto a las joyas, Rocío aclara que no existe un protocolo. Te puedes poner corales, perlas, brillantes o piedras preciosas. La opción ideal es la de brillantes o pendientes isabelinos, pero es una cuestión de buen gusto. En caso de duda, recomienda unas perlas como apuesta asegurada.
No es difícil encontrar una mantilla en Sevilla, lo difícil es encontrar una de las buenas. Uno de los pocos sitios es Antigüedades Bastilippo, la mágica tienda de Fernando y Braulio. Por colores, diferencian mantilla blanca (llamada así coloquialmente puesto que con el tiempo se vuelve cruda) y la negra. En cuanto a formas, aclaran que existen tres clases fundamentales; la rectangular (conocida como velo de toalla); la de volantes (conocida como Goyesca); y la de los tres picos (cuyo origen se encuentra en Francia gracias a Eugenia de Montijo). Respecto al encaje, la mantilla se divide en dos grandes grupos: bolillo y aguja, de donde nacen todas las demás. La de mayor calidad es la de chantilly (encaje francés). Por otro lado, la de blonda (encaje netamente español).
En este lugar, también puedes encontrar el complemento ideal para una buena mantilla, como abanicos isabelinos, joyas únicas o bolsos exclusivos.
La mantilla se vuelve una prenda aún más especial puesto que son pocas las ocasiones en las que se ve a una mujer con ella y son menos si se trata de la Virgen.
Julia Candau, madrina de la bendición y camarera de la Virgen del Socorro por tradición familiar desde hace 38 años, explica que la Virgen lleva un tocado que, en función de la ocasión y la elección, puede ser de seda antigua; puede ser un tul; una tira de encaje o puede ser una mantilla, entre las distintas opciones.
La delicada decisión depende de las características de la Virgen. Una esencia que debe ser potenciada sin saltar los cánones establecidos. Innovar y respetar. Un arte por el que Julia ha sido reconocida en varias ocasiones y en concreto, en el año 2006, con el Premio Demófilo a una obra efímera por el diseño y la realización del exorno de la Virgen del Socorro. Añade que esta Virgen posee dos mantillas en su ajuar, las mismas que han sido cedidas a sus hermanos cuando se han casado en la Iglesia del Salvador para el rito de la velación.
Por último, aclara que las joyas que luce la Virgen del Socorro son prestadas, con entrega y devoción, por las hermanas. Se colocan con un hilo de alambre de plata muy fino en el puñal, en la Corona y, a veces, en el cinturón.
Porque cuando las cosas se hacen con orgullo y con pasión, el resultado es una ciudad llena de gusto y tradición como es Sevilla de Mantilla.
Texto: Carlota Acuña
Fotos: Gerardo Morillo / Manuel Vasco / Doble Erre / Archivo