Dos días antes de poner rumbo a ARCO Lisboa y a la mañana siguiente de una extendida cena con amigos en casa, nos abren las puertas de su morada estos dos grandes amantes del arte. Julio Cruz Casas, coleccionista y exdirectivo del BBVA y Adolfo Sánchez Flores, historiador del arte y especialista en arte contemporáneo. Entre sus múltiples gustos en común, podríamos destacar su clara pasión por el arte contemporáneo que desde hace aproximadamente diez años han sabido convertir en trabajo.
En la actualidad, viven entre Sevilla y Marbella creando sinergias entre artistas y clientes. Sin salir del territorio nacional, tienen como prioridad a los artistas andaluces de media carrera, en concreto, sevillanos y malagueños. Cuentan con un proyecto en común, Red House Art (@red_house_art), y llevan a cabo la asesoría de arte del nuevo hotel cinco estrellas de gran lujo Los Monteros de Marbella, colaborando con su catálogo de artistas de confianza. Entre ellos, Santiago Picatoste, Manuel León, Ángela Mena, Norberto Gil, Fernando Clemente, Fernando Daza, Little o La Colorería, cuyas creaciones también están muy presentes en esta casa con tacto carácter.
Hablando de carácter, Julio y Adolfo nos muestran la cantidad de obras que conforman su hogar consiguiendo una armonía especial entre espacio, luz natural, guarniciones de reloj, suelos de mármol, bienestar en sus moradores y techos muy altos. Además de los ya citados, otros de sus protagonistas son Sebastiá Reig Brau, Rubén Fernández Castón, Mónica Pérez de Ayala, Ángel Pantoja, Miguel Caiceo y María José Gallardo.
Sería pecado no mencionar las obras de Miró, Dalí, Gordillo, Feito, Zobel, Tapies, Canogar o Chillida.
Es difícil imaginar este lugar secreto en el centro de Sevilla. Esta casa fue reformada en el año 98 y desde entonces ha estado en movimiento, pues ambos coleccionistas han ido modificando parte de sus estancias o galerías como si de un museo se tratase. Como se aprecia en imágenes, cada habitación presenta un estilo diferente sin perder el gusto por la belleza y la sensibilidad que transmiten Julio y Adolfo. Un privilegio poder pasar de una galería costumbrista del siglo XIX como sala de estar a una habitación de invitados repleta de retratos de mascotas. De un despacho con luz directa del patio a un cuarto de aseo con un lavabo del siglo XIX que perteneció a la casa real británica, el mismo que se podría encontrar en otro sitio peculiar como es la Maestranza de Sevilla.
A ninguno de los dos les viene esta pasión de familia, aunque sí desde jóvenes. Tanto es así que, como curiosidad, Julio nos cuenta que cuando tenía 20 años compró un cuadro de Juan Fernández Lacomba, el que continua colgado sobre la chimenea de esta casa.
Ahora es menos difícil imaginar, imaginar en general. En particular, es más fácil pensar que en la vida no todo tiene explicación, pero supongo que la felicidad que desprenden ciertas personas tiene mucho que ver con el lugar donde habitan.
Texto: Carlota Acuña Ruano
Fotos: Gerardo Morillo