Mario Niebla del Toro Carrión.
Director de la Revista Escaparate
Mi padre suele ser una importante fuente de inspiración. Estar con él unos días en esta época de sobremesas largas y de tentar la «dolce far niente» viendo la vida pasar es una forma de empaparme de unos kilómetros vitales que no sé si tendré la suerte de alcanzar. Al escucharle concluyo con que la vida ha cambiado mucho y en muy poco tiempo. Me habla de los veranos de su niñez y puedo llegar a oler esa arena de la que me habla salpicada de casetillas en torno a la que se consumían felizmente las jornadas del verano de antaño de amigos y familias. Aquellos días que se esfumaban fundidos en torno a la sencillez de una cometa, una lima y de los juegos de antes en general o rodeando a un apetitoso aperitivo de tomates aliñados con ajitos y su puñado de sal tirado desde arriba con cierto aire. La ilusión porque llegara el 18 de julio, con la paga de nuestros mayores y los seiscientos llenos de inocencia y entusiasmo por lo sencillo. Hoy hemos alcanzado grandes logros sociales, políticos, en materia de investigación. Eso es innegable. Cierto, pero le escucho y caigo en la cuenta de lo mucho que también hemos retrocedido en la forma de ver la vida y de los valores que hoy se anteponen en esta sociedad de la prisa y lo fácil que hemos montado entre todos. Lejos de relamerme esta herida en nombre de todos quiero invitarle con una copa de manzanilla sujetada con mucho mimo entre mis dedos a vivir con sabor a ayer estos días de verano. Utilicemos estos días de siestas y partidas de cartas en el patio o debajo de la sombrilla para dedicarlos a salir de la rutina y cultivemos la charla por encima de las redes sociales. Antepongamos, aunque sea un pelín, al menos en el ratito del café o del aperitivo en la cocina mientras se encauza el almuerzo; el escuchar y escucharnos mirándonos a los ojos y no a la pantalla del móvil. Vamos a abrazarnos a destiempo, vamos a reírnos, a bailar y a llorar juntos si se tercia, ¿por qué no? Vamos a armarnos de paciencia con nosotros mismos y vamos a echar el «yoísmo» a un lado para preguntar a los que nos rodean por cómo están, qué quieren hacer a la vuelta de las vacaciones para lograr, conquistar, superar retos, metas. Estos días olvidemos a tiempo parcial los «likes» para centrarnos en escuchar a nuestros mayores, ver a nuestros niños jugar en la playa. Gocemos viendo la puesta de sol, el reflejo de la luna en el mar, del olor marinero con el del bronceador y las patatas fritas de paquete, del dulce del carrito de media tarde, o de ver a nuestros perros correr. Bebamos el sorbo de cerveza helada o tomemos con regusto la bola de helado de vainilla o chocolate conscientes de la suerte que tenemos en la vida con esos pequeños regalos de Dios. Vamos a rezar juntos antes de comer o cenar, dándonos las manos, entre amigos o familia, porque no tenemos tiempo en todo el año. Después nos podemos beber el mismo vino con la misma chispa. Demos gracias, regalemos buenos días, buenas tardes y por favor en el súper. Hagamos mágico este verano, sin necesidad de un barco, que si lo tiene bendito sea y acuérdese de invitarme, pero seamos felices de momento con la tapa de ensaladilla, con una buena conversación o la risa de los nuestros. Si estamos haciendo algo mal yo creo que está en esa línea la solución: tomar conciencia, anteponer a lo importante sobre lo banal. Como dice una mujer extraordinaria, que es hermana mía: Lo primero va antes. Llenemos nuestro verano de sonrisas sinceras, pero no las del muro de nuestro Facebook o Instagram, sino de las del alma, que son las auténticas. Yo estoy enganchado a las redes sociales y mi propósito es comer con el móvil guardado, apagado o modo avión. Quiero escuchar a mi gente, quiero contarle mis inquietudes y quiero compartir con ellos la desnudez de mi alma, de mi estado de ánimo, de mi verdadero yo. Este propósito se lo brindo, por si me lo quiere tomar prestado. Vamos a dedicarnos a nosotros y no a proyectar a los demás anónimos. Si de esa experiencia nos traemos una moraleja practicable para la vuelta a la rutina, nuestro verano no habrá sido uno más, sino uno diferente. Disfrute de este mes de agosto y hágase la vida hermosa. La felicidad está dentro de usted. Trabajen su felicidad. ¡Desde ya! ¡Feliz verano!.