Hablar de la hermandad de San Nicolás es hacerlo de manera inmediata del gen Ybarra. Allí se ha forjado la fe de una familia que es emblema de la ciudad desde generaciones. Como dijo el pensador, “la infancia es la verdadera patria del hombre” y esa infancia tiene un castillo fuerte en esa iglesia donde confluye la Judería y el corazón de Sevilla. En aquel cruce de calles vive el corazón de este clan elegante y sobrio, de barrio y con Dios como bandera. La Candelaria cumple en 2021 su centenario fundacional y entre esos cien años, muchas de esas décadas ha tenido un Ybarra entre sus filas principales. Ahí está escrito con letras de oro el nombre de Don Ramón Ybarra Llosent. Una historia de amor que tuvo en la Virgen de Galiano el faro que guía sus días.
Todo parte con la llegada a Sevilla del bilbaíno José María Ybarra y Gutiérrez de Cabiedes, I Conde de Ybarra, que residió en la calle San José, frente a la parroquia desde 1843. Como logros, entre otros muchos, fue uno de los dos promotores de la creación de la Feria de Abril y llegó a ser alcalde de Sevilla. Desde ese momento, todos sus descendientes se unieron con la hermandad Sacramental de San Nicolás (se convirtió en hermano mayor en 1876). Y, posteriormente, con la de penitencia, fundada en 1921.
Las generaciones pasaron y todos se unieron a la Candelaria. El III Conde de Ybarra, José María Ybarra Menchacatorre fue uno de sus fundadores y el primer hermano mayor honorario. Todo ello hasta dar un salto en la historia hasta Nicolás Ybarra Gómez-Rull y sus célebres hijos: Ybarra Llosent. Hoy son más de una treintena de Ybarras los que conforman las listas de la cofradía del Martes Santo.
Los Ybarra hoy
Escaparate pasea entre las calles de San Nicolás con tres generaciones de esta familia santo y seña de la ciudad. Desde Antonio Ybarra Llosent, pasando por sus sobrinos Ramón, Enrique y Mayda, junto a la última generación: Ramón Ybarra Lora.
En una charla entre los muros de un templo que se prepara para un Martes Santo de ausencias, describen su vida “por siempre” en este barrio, “como es la idiosincrasia de esta hermandad”. Don Antonio señala desde su envidiable memoria que “los barrios cambian y las cofradías también. Antes, las hermandades importantes eran las céntricas”. Recuerda que “la vida de este barrio, ahora imbuido por el casco histórico, rondaba entre casas de vecinos donde había desde toreros, y todo tipo de personas”. Por ello recuerda la historia de Pepe Montes que vivía aquí: “Gitano que quería torear y hable con la Maestranza para que toreara. Entró en los carteles y cuando los vio, con el miedo, se retiró”.
En el recuerdo de todos está el del gran Ramón, fallecido repentinamente en 2006 y emblema de la hermandad: “Era capaz de sacar 100 papeletas de sitio, hizo hermano a las personas que escoltaban a los pasos e intensificó mucho la relación con parques y jardines, entre otras muchas cosas” Pero, sobre todo, “acercaba a todos a la hermandad”. Por otro lado, su hermano e hijos recuerdan la vinculación que también tenían con el Silencio y la Quinta Angustia: “Llegaba a salir en las tres”.
Los recuerdos de sus hijos navegan entre lágrimas furtivas que se escapan: “Siempre está con nosotros”. Su hermano Antonio cuenta que “al mes de morir Ramón, se inauguró la iluminación de San Leandro. Después, me buscó monseñor Amigo. Termina el acto y estábamos tomando una copa. Me dijo: ‘Antonio, estoy muy enfadado con Ramón, porque ha sido muy rebelde conmigo: se ha ido sin avisar. El Cardenal lo llamaba para todo, era su gran consejero’”.
Una “entrega absoluta” que Mayda recuerda “hasta el último aliento de vida. Para él la hermandad era lo prioritario, por encima de muchas cosas en la vida”. Enrique, que ahora es un empresario de prestigio internacional señala el mismo aspecto: “Por encima estaba la devoción que tenía por la Virgen de la Candelaria. Era su luz y su guía”. Ramón apunta que “La Virgen de la Candelaria hacía que él tuviera una dedicación enorme hacia todas las personas que estaban al amparo de todo esto. La creación de la cuadrilla de costaleros de hermanos del palio, hizo que la fuera una de las primeras en salir con nazarenas… Mi padre tuvo que soportar determinadas críticas”. Por ello, recuerda que, en su conversación con el Cardenal la respuesta que le dio el prelado a su padre: “Si una mujer va a Roma, tiene todo a favor para acabar saliendo”. A lo que le respondió Ramón: “Con eso no le puedo poner trabas al asunto”.
Su hermano Antonio destaca “la responsabilidad” de Ramón: “Estaba en algunas ocasiones de cacería con él y me decía que tenía que irse a la hermandad. Eso era diariamente”. Una vida que aún navega entre las columnas de mármol de San Nicolás y el olor a iglesia que todos los hijos asociación a su padre. “Difícilmente no hay momento que me acuerde de él. Disfrutaba con todo. Esto algo más que disfrute”, recuerda su hermano. Porque, como señala Ramón, gracias a él “nuestros hijos son fieles a la Candelaria. Todos hemos sido bautizados aquí por generaciones”.
Ramón recuerda que “por lo bien que conocíamos a nuestro padre, nos sigue acompañando muchísimo. En momentos importantes de la vida, sigue estando muy cerca. Cada vez que tenemos que tomar una decisión importante le preguntamos a él. Era muy humano y responsable”.
La ausencia de la Semana Santa
Este año todo será distinto, recordarán Martes Santos juntos en una Semana Santa sin procesiones. Todos alaban las iniciativas del Consejo y las hermandades por mantener viva la llama.
Este 2021, Ramón recordará la salida vinculada a su padre: “Cuando era costalero, te podías mover y siempre me gustaba ver la salida al lado de mi padre y cuando salía, le daba un abrazo”.
Antonio revivirá un momento doloroso (en lo fisiológico): “Cuando veníamos desde el Prado de San Sebastián, siempre salía descalzo. Iba con mis dos hijos: Antonio e Iván. Iván se ponía delante siempre al andar. Una de esas veces, me tropecé con el niño e hice todo el recorrido con el dedo roto”. Apunta tambiñen que siempre ha salido con el Cristo y mi padre siempre me decía que saliera con la Virgen. Un año me puso en la antepresidencia de la Virgen para que saliera. Me impacta ver las sombras del cristo por todos los sitios por donde pasa”.
Enrique recordará el momento en el que su padre “se dio cuenta que había un niño discapacitado en una silla de ruedas viendo la Candelaria por la calle Laraña. Le volvió el paso de la Virgen. Al año siguiente, estaba otra vez el niño y se lo volvió a girar. Lo hizo así durante todos los demás años. Hubo uno que ya no estaba el niño y se le cayó el alma. Nunca más estuvo… “
Por su parte, Mayda rememorará el paso por los Jardines de Murillo, lugar emblemático de la cofradía como los que volverán a pasar las almas de todos los Ybarras en ese recuerdo imborrable a generaciones.
Recordarán la tradición familiar con su vecina, la pintora Carmen Laffón: “Todos los años nos da de cenar con productos de Sanlúcar de Barrameda al entrar la cofradía, fuera la hora que fuera. Mi padre llegaba con las flores que había cogido la Virgen y les daba un aplauso. De ahí existe el cartel del Senado donde está el frontal del palio de la Candelaria pintada por ella”.
Este año, apuntan que van a hacer en familia la estación de penitencia por el recorrido de la cofradía “discretamente desde la hora de salida. Al parar en las iglesias, rezaremos las estaciones del vía crucis”. La Semana Santa es la familia de cada uno devociones, ahí están nuestros padres y nuestros abuelos. Ese es el secreto de todo.
DESTACADO
Biografía de Ramón Ybarra LLosent
Por Martín Carlos Palomo, investigador
Nace en Sevilla el 30 de enero de 1935, en el domicilio familiar de calle Conde de Ybarra, siendo hijo de Nicolás Ybarra y Gómez-Rull y de Manuela Llosent Marañón. Licenciado en Derecho y Empresario. Ingresa en la Hermandad en 1943, ocu¬pando los cargos de Consiliario (1957-1969) y Hermano Mayor (1971-1986 ; 1990-1994), Presidente de la Junta Rectora (2000-2004); ha sido el hermano que más tiempo ha ocupado el cargo de Hermano Mayor. Casado con Magdalena Valdenebro Halcón, son padres de cinco hijos.
En su Largo periodo al frente de nuestra Hermandad, se construyó la actual Casa de Hermandad, por lo que se le impuso la Medalla de Oro conmemorativa de la misma el 18 de marzo de 1975; se realizó la fusión con la Sacramental (1977), la primera restaura¬ción de las imágenes (1979), la fundación de la cuadrilla de hermanos costaleros (1976) y el coro (1977), gran número de reformas en enseres y dependencias y ejecución de otros nuevos. Todo de ello en un periodo de renovación interna de las hermandades para adaptarse a los nuevos tiempos postconciliares. También propició la inclusion en la reforma de Reglas aprobada en 1987 de la igualdad de todos los hermanos sin distinción de sexo, por lo que a partir de 1988 las hermanas pudieron efectuar su estación de penitencia.
En 1982 participó en la comisión para la contribución económica de las Her¬mandades en la visita de S. S. Juan Pablo II a Sevilla y en 1992 en la comisión presidida por el Nuncio de Su Santidad para la financiación del Pabellón de la Santa Sede en la Exposición Universal. Paralelamente a su actividad en la Hermandad de la Candelaria, siempre veló por la conservación y mejora de la iglesia parroquial de San Nicolás. La monografía que se publicó en 2008 escrita por el catedrático de Historia del Arte Teodoro Falcón Márquez con motivo del CCL Aniversario de la reconstrucción de dicho templo está dedicada a su memoria.
Era también hermano del Silencio y de la Quinta Angustia.
Falleció repentinamente el 24 de octubre de 2006. El Martes Santo 3 de abril de 2007 fue descubierto el rótulo de la Plaza Ramón Ybarra Llosent, junto a la iglesia de San Nicolás.
Texto: Javier Comas
Fotos: Aníbal González