Quería ser una princesa de niña. Muy femenina y aficionada desde la cuna al caballo. Su matrimonio con el torero Francisco Rivera Ordóñez la lanzó a la vida pública. Fruto de esta feliz unión nacieron Carmen y Curro, la perdición de nuestra entrevistada de mayo, mes de las flores. Sin embargo, sigue siendo esa mujer normal, amable y familiar. Amiga y leal con robustos principios mamados en su familia, pilar fundamental. Amante de nues- tras tradiciones y sevillana de bandera, propone desde su firma “Mi Abril” una flamenca clásica en sintonía con la moda y las tendencias. Lourdes Montes vive el confinamiento en su casa de Ronda y nos abre las puertas de su corazón con sinceridad y actitud, claves en ella.
¿Cómo era la pequeña Lourdes en su más tierna infancia?
Era una niña tranquila , eso sí, muy curiosa. Me encantaba que me contaran historias. Me pasaba el día fantaseando. Quería ser una princesa, vivir en un palacio y, por supuesto, vestirme como tal…
¿A qué jugaba?
Me encantaba montar a caballo pero, a parte de esto, era niña niña, todo el día disfrazada con unos tacones, los labios pintados o haciendo “comiditas”.
¿Con qué soñaba?
No era muy soñadora. Mi reali-dad era tan buena que estaba feliz, no necesitaba más. Una época me dio porque quería conocer a Xuxa, pero poco más (risas).
¿Quién es Lourdes Montes?
Soy una mujer normal , tre- mendamente familiar y amiga de sus amigos . Me intereso por todo. Estoy constantemente apren- diendo. Soy sevillana, con todo lo que eso implica y presumo de ello. Me gusta hacer sentir bien a la gente que me rodea. No soporto esa «moda» de parecer antipática y distante. Me enseñaron que ser amable era una virtud, no una debilidad, como mucha gente , normalmente insegura , piensa. Odio la mentira y a las personas que no van de frente. Estoy con- tenta conmigo misma, por eso nunca he sido envidiosa.
¿Qué papel juega la fe en su vida?
Tengo que trabajarla más, a veces tengo muchas dudas.
¿Y la familia?
Es mi base. Siempre he estado muy unida, tanto a la familia de mi padre, como a la de mi madre. Yo soy un poquito de cada uno de ellos . Entre todos me han ense- ñado a afrontar la vida con alegría y positividad, a disfrutar de todo, a aprovechar cada momento. Luego está la familia que yo he creado con Fran, mis hijos. Ya no planteo mi vida sin ellos.
¿A quién admira?
A las buenas personas, las de verdad. Desde que tengo hijos, admiro a los padres que no lo tienen fácil para llegar a fin de mes, los que tienen niños enfer- mos y aún así afrontan todo con una sonrisa y sus hijos ni se enteran, son héroes.
¿Es feliz?
Sí, podría decirse que casi casi plenamente.
¿Qué es la felicidad?
Una forma de afrontar la vida, siempre por el lado positivo, dándole importancia a lo que de verdad tiene.
¿Qué le da miedo?
Perder a la gente que quiero.
¿Qué es la libertad?
San Agustin de Hipona decía que «la verdadera libertad no consiste en hacer lo que nos mandan, ni tampoco lo que nos da la gana, sino lo que debemos porque nos da la gana» Estoy totalmente de acuerdo, creo que nosotros mismos coartamos nuestra propia libertad, con nuestros actos, cuando hacemos lo que en conciencia debemos, nos sentimos verdaderamente libres.
¿Cuál es la palabra más hermosa del diccionario?
Amor.
¿Y la más horrible?
Envidia.
¿Qué es el verdadero lujo?
Tener tiempo.
¿Y el amor?
El sentimiento más bonito y más necesario que existe.
¿Qué momento vive la moda flamenca?
Este año es el más atípico que hemos vivido desde que se creó la Feria. Es un palo muy grande para el sector, pero el año que viene remontaremos, estoy segura.
¿Cuál es la flamenca perfecta?
Esa que cuando entra en la Feria hace que la gente se vuelva a mirarla, atractiva y sexy, pero elegante. Pelo recogido, traje clásico, confeccionado con un magnífico tejido y unos adornos tradicionales, un buen mantón y unos pendientes llamativos. Fundamental para mí que el traje sea con mangas, que no lleve la espalda al aire. Nada de bolso, gafas de sol, ni flor a un lado de la cabeza. Tampoco soporto esos trajes que se ajustan tanto que no dejan andar, ni moverse.
¿Qué proponía Mi Abril en su colección 2020?
Es muy purista, pero muy moda al mismo tiempo. Los algodones suizos blancos vuelven a ser protagonistas, con pasa cintas maravillosos, cada uno distinto, el toque de color se lo damos con cintas de terciopelo. También usamos telas tan gitanas como el lunar rojo con fondo negro y al contra-rio. En este caso le damos el punto más innovador plisando los volantes… Hemos diseñados lunares con colorido muy nuevo pero los cortes son años 70. Hay un equilibrio perfecto entre lo clásico y la moda, para nosotras no vale todo y creo que esa es la clave de nuestro éxito.
¿A quién te gustaría vestir?
Sin duda, a la Reina Doña Letizia. Creo que sería un escaparate mara- villoso y un apoyo a las costumbres y raíces espa- ñolas, que un sector político intenta con tanta fuerza erradicar.
Para finalizar, ¿Podría confesar algún secreto que nunca haya contado?
No (risas).
¿Un día?
Los días de nacimiento de mis hijos.
¿Un color?
Blanco.
¿Una manía?
La nevera, tiene que estar limpia y orde-nada, tengo una obsesión con esto.
¿Un número?
No me gustan, nunca me gustaron.
¿Un plato?
El arroz con carabineros.
¿Un lugar?
El salón de casa de mi madre. Allí vuelvo ser hija y no madre. No tengo que preocuparme de niños, ni de casa. Eso está resuelto. Sólo tengo que sentarme a disfru- tar de la compañía del que llegue, siempre aparece alguien. Vuelvo a mi casa . Me cuidan. Es una sensación que ya no expe-rimento tanto, ahora es al revés.
¿Una ciudad?
Te diría Viena, Berlin, Florencia, pero para salir de lo típico me quedo con San Miguel de Allende, es mágica.
¿Un personaje histórico?
Isabel “La Católica”. Admiro su determinación, su visión y su valentía.
¿Una frase?
Somos esclavos de nuestras palabras y señores de nuestro silencio.
Texto: Mario Niebla del Toro