2 Ene, 2015 | entrevista a

Manuel Jesús  “El Cid”

Al llegar a su finca sevillana de Las Pajanosas, caminando junto a su perro y enfilando el camino que le llevaba al jaco que le esperaba para dar un paseo por el campo, veo a un héroe sencillo, a un torero desde sus modos a sus andares. Su reconocimiento llegó con retraso pero a tiempo y nos ha regalado a la afición tardes inolvidables a lo largo del territorio patrio. Sin extravagancias ni pretensiones vive su día a día Manuel Jesús “El Cid”, en el combate diario que conlleva estar en la cima de las figuras del toreo. Él no ha dejado a Sevilla por intereses empresariales, pero tampoco juzga a quienes hayan tomado otra dirección en esta importante Feria de Abril, atípica por celebrarse en mayo y por no contar con cabezas de carteles clásicos para la afición del momento. Nos abre las puertas de su corazón, el de un loco enamorado de la vida, las cosas sencillas y del toro, uno de los tres pilares de su vida. Reconoce estar loco aunque el envoltorio es de un hombre muy cuerdo.

Lleva una vida sencilla, sin demasiados lujos, ¿cómo se puede ser héroe y hombre sencillo?
Yo tampoco me considero un héroe. Me considero un torero. Una persona normal que vive de su profesión, que la ama. Me encanta el mundo del toro y vivir en torero, vivir en el campo y estar en contacto con él y con el toro bravo. La verdad es una vida que le gustaría a cualquiera. Tiene también mucho sacrificio. Tienes que sacrificar mucho tiempo, si eres una persona hogareña, de tu familia. Cuando tú decides tomar un camino lo haces con todas sus consecuencias, con todas sus ventajas y desventajas. A mí creo que me ha ido bien, con sus altibajos normales. Estoy feliz de estar donde estoy y como estoy.

¿Quién es Manuel Jesús «El Cid»?
Manuel Jesús «El Cid» es una persona sencilla, lo mismo en mi casa que en la plaza de toros. Cuando disfruto, disfruto mucho y lo transmito y cuando no pues se me nota también evidentemente. Hay a quienes gusta y a quienes no como todo y todos en la vida. Es bueno que no le caiga bien o guste a todo el mundo. Tengo mucha suerte porque son muchos los que me quieren y me siguen. Es importante que existan los otros porque nos hacen mejorar. Nos sirven de revulsivo.

¿Qué esperas de la vida?
Vivirla con salud ante todo. Le pido salud. He tenido experiencias muy desagradables por salud, con familiares. Últimamente mi padre… Se fue por un cáncer, feliz y contento, en un momento muy tranquilo y sereno de su vida. Habrá cosas que pretenda conseguir y que las intento conseguir. Hay un dicho que me encanta: no hay nada imposible. Moriré en la pelea por mis metas, pero siempre con salud que es lo más importante.

¿Cuál es la faena perfecta?
Nunca sale. Nunca está. La faena perfecta sólo existe en nuestra mente. Es el único ruedo en el que sale todo bien. Hay veces que esa faena perfecta aparece a retazos en la realidad, en el ruedo, pero la perfección en el toreo casi no existe.

¿Qué faena se ha acercado a esa perfección?
No soy perfecto y tengo demasiadas imperfecciones. Es más, me gustan las imperfecciones, controladas, eso sí. Las más emotivas y que más me hayan calado son varias de ellas. Últimamente la de la Feria de Otoño de Madrid, fue impactante, muy bonita, estéticamente muy buena, con mucha pureza y mucha emoción. El toro logroñés de Victorino Martín, el de Parladé en mi primera Puerta del Príncipe… Hay faenas que las tengo en la mente y que no se me olvidarán nunca. El toro guitarra de Alcurrucén en Madrid. Faenas muy importantes, incluso muy importantes en sitios de menor responsabilidad, quizás por ir menos presionado. El triunfo cuando uno se juega menos es más fácil que se de.

¿Qué es el toro en su vida, maestro?
Uno de los tres pilares de mi vida: La familia, mis hijos y mi mujer y el estar bien conmigo mismo. La psíquica en el toreo es muy importante, porque juega un papel fundamental.

¿Qué le da miedo a «El Cid?
Me da miedo que las cosas no salgan a veces como uno planea. Me da miedo que le ocurra algo a uno de mis seres queridos, evidentemente. Me da miedo el futuro. Vivimos planeándolo sin vivir casi el presente. He tomado la determinación de que tengo que vivir más el corto plazo, porque se nos va la vida sin apenas disfrutarla, sin disfrutar a mi familia, mis amigos… Cada momento tiene su música como dijo uno.

¿Qué le gusta de la vida?
El cariño de mi gente y la amistad. Intento vivirla siendo feliz. La única receta para ser feliz es vivir con amor, el verdadero motor del mundo. Amar y ser amado. Una persona que quiere y es correspondida es feliz. Muchas veces el dinero en este mundo consumista nos hace infelices, pero con amor se supera todo. Hay cosas muchísimos más importante como la salud.

Si no hubiese sido torero, ¿qué hubiese sido?
Pues seguramente hubiese seguido estudiando Informática. Lo dejé en tercero, me quedaban dos años para terminar. Era ya imposible de compaginar el toreo con los estudios. Me coincidían los exámenes con compromisos con el toro y fue cuando me entregué en cuerpo y alma al mundo del toro. Me salió bien la jugada.

¿Cuál es la actualidad en el mundo del toro?
El toro vive el mismo momento que la propia sociedad. Estamos en un año en el que se nota cierta recuperación. En este y en el que viene vamos a vivir una transición a mejor tras cuatro o cinco años malísimos, con muchísimas familias pasándolo mal. Familias que hace diez años eran de clase media con ciertos lujos y, por supuesto, con las necesidades cubiertas.

¿Qué ha pasado con Sevilla?
Pues que no ha habido entendimiento entre la empresa y los toreros. Yo creo que tienen derecho los toreros a elegir si vienen o no y luego ya será la afición la que juzgue. Será la afición la que dirá si este año ha merecido la pena con una Feria de Sevilla atípica por claras ausencias de compañeros de gran interés para la afición de Sevilla.  Los que hemos venido hemos dado la cara ante la afición de Sevilla que se lo merece todo.

¿Llevan razón?
En una negociación siempre hay un tira y afloja. Muchas veces todas las partes llevan algo de razón. Por eso siempre hay que escuchar las dos versiones de una negociación para sacar conclusiones. Conozco por la prensa lo que ha ocurrido. No he tenido más relación que la profesional con esos compañeros y no ha habido ocasión de hablar del tema. No me interesa. No contaron conmigo para esto porque supongo que entendían que no iba a aceptar privarme de venir a Sevilla. Participé del G10. Fue una experiencia muy bonita y aprendí muchísimo. Todo lo que se pueda aprender en el toro es maravilloso. Cada torero luego tiene una vida y una forma de entender la profesión y de verla con mayor o menor recorrido. Lo que hay que intentar es vivirla como en cualquier otro ámbito de la vida, aprovechándola al máximo sin hacer daño a nadie. El toro en este momento la vivo quizás en solitario por todo lo que ha pasado pero también se pueden vivir cosas importantes en solitario. Cuando llegue mi final intentaré ser feliz con esa nueva etapa, tras dejar a un lado a un mundo tan absorbente como éste.

¿Cómo se imagina su fin de fiesta?
Me lo imagino muy íntimo. Tampoco voy a tirar cohetes el día que me vaya. A lo mejor ni lo digo. No soy una persona que me vea yéndome haciendo ruido. El ruido quiero hacerlo en la plaza donde lo doy todo.
¿Qué se le pasa por la cabeza cuando se ciñe a pocos centímetros un morlaco de seiscientos kilos?
Primero lo que intento es dominarlo. A un animal salvaje, fiero, como es el toro bravo, intento acoplarlo a mi toreo. Es muy importante que nos entendamos y es una suerte que cuadre porque no hay dos toros iguales. Hay toros con los que nuestro esfuerzo rinde más que en otras ocasiones con el mismo empeño.

¿Cómo es Manuel Jesús cuando no es «El Cid»?
Una persona normal y corriente. Tímido, sencillo. Me gusta lo normal. No soy nada extravagante para mis cosas. Me gusta lo bueno como a todo el mundo pero no soy una persona arrogante, necesaria muchas veces en la vida para conseguir cosas. No soy excesivamente listo para dármelas de entendido de nada. Vivo donde he vivido siempre, en mi pueblo, Salteras. Tengo los amigos de siempre. Cuando salgo con mi mujer y mis hijos o salgo en bicicleta me gusta ser uno más. Soy conocido pero no me gusta ser el centro de atención.

Al llegar con el perro, buscando al caballo, le he visto andar y lo hace como un torero, ¿el que es torero lo es siempre?
Para serlo hay que parecerlo. Es condición sine qua non para ser torero estar en torero. Hay quien no es torero y por sus andares parece torero. Somos gente especial en ese aspecto. Hay que estar un poco majareta para ser torero. Enfrentarse a un toro no es fácil, Mario, y tu forma de pensar no puede ser la de una persona normal y corriente. La gente que se sienta en los tendidos esperan de ti algo de lo que ellos no son capaces, por tanto hay que estar loco para ser torero.

Su reconocimiento en el toro llegó relativamente tarde, ¿pensó alguna vez en tirar la toalla?
Sí, muchas veces, sobretodo de novillero. Me fui a Madrid para probar suerte y no salían demasiadas cosas. Aquí en el Sur la luz se estaba apagando. Conocí a un señor que me ayudó muchísimo, José Maguilla. Le estaré eternamente agradecido. Los comienzos de un torero o de un artista en general son muy duros. Hay que estar muy encima de la profesión, sacrificando mucho. Yo me fui de mi casa en 1995 y volví en el 2000 para tomar la alternativa. Estuve cinco años viviendo solo en Madrid, dejando a mi familia. Había meses que no toreaba pero nunca dejé de entrenar, entrenar y entrenar. Los domingos me iba a Las Ventas al tendido, rezando porque llegara mi oportunidad, hasta que llegó. Luché y luchando viví una experiencia muy bonita al costarme todo tanto. Yo he estado en las dos orillas del río. En la orilla del casi arrojar la toalla y en la que tiene autopista y todo es muy rápido, con momentos de gloria y con muchos reconocimientos de los que parecía que no apostaban nada por mí pero que acabaron diciendo que sabían que sería caballo ganador. Los aduladores.

¿Cuál es el estilo de «El Cid»?
¿El cielo?

Vale, le compro la pregunta, también…
(Risas) El cielo te iba a decir el de nuestra tierra de María Santísima. Azul, un azul intenso precioso. Mi estilo… Creo que es clásico, más bien puro, sin muchas florituras. Un toreo ortodoxo. Nunca he intentado copiar a nadie. Creo que tengo un estilo muy personal. Veo a muchos chavales que empiezan y se empeñan en imitar estilos de otros toreros que por ser figuras se les entiende cierto éxito y acierto. Es bueno fijarse en los figuras pero sin llegar a perder la personalidad propia de cada uno. Hay veces que copias técnicas que en él funcionan pero en ti no valen. Las copias a veces hacen más daños que beneficios. La afición es lista y ve que no eres tú. Normalmente los toreros de arte se fijan en los toreros de valor y éstos se han mirado en el espejo de los toreros de arte, porque uno siempre añora ser lo que no tiene. Son versiones complementarias.

¿A quién admira?
Admiraba a un escritor, gran aficionado a los toros, mejicano, García Márquez. Tan inteligente, tan intelectual, tan sumamente profundo, Premio Nobel… Siendo lo que alcanzó ser nunca rehusó decir que era aficionado a los toros. Siempre fue haciendo gala como aficionado a los toros. Le he leído mucho y siempre me ha dejado muy buen sabor de boca. Era un tío con una personalidad arrolladora.

¿Qué le da más miedo un toro que no embista o un crítico taurino con guasa?
(Risas) Un toro que no embista, evidentemente, porque si el toro embiste el periodista no tiene por qué escribir con guasa porque puedes hacer en el ruedo. Lo que sí es cierto es que se pueden hacer críticas constructivas y destructivas. Hay cierto sector en la prensa taurina que no reflejan lo que pasa realmente en el ruedo y anteponen más el gusto personal como aficionado que la crítica como profesional de ésta. No se puede ningunear al público, porque si él ha dado unas orejas no puedes cuestionarlo, independientemente de los gustos personales de cada uno. No se puede poner por tonto a miles de personas. En cualquier caso las críticas hay que llevarlas con dignidad, aceptarlas, aunque debo decirte que llevo ya muchos años que no me leo ninguna (risas).

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