Se dice que el alma de las personas se refleja en la mirada, y es cierto. Igualmente, una casa refleja la personalidad de aquel que la habita. Hay casas bonitas, casas feas, abandonadas, algunas son misteriosas, otras son asépticas, o incluso hay casas que te invitan a salir lo más rápido posible de ellas, porque son desapasionadas, y allí no funciona la química. En definitiva, las casas respiran como las personas, y son el fiel reflejo de sus moradores.
Cuando la atmósfera de una casa te envuelve y te encandila con su espíritu, atestigua que sus propietarios la cuidan y la “educan” celósamente como a un niño pequeño. Al entrar en esta casa ocurre algo; se puede sentir su alma, porque tiene vida, igual que un mar en calma, tiene paz como también tiene frenesí. Esta casa es dadivosa, acoge, reúne, y celebra cada día del año de forma especial, recordando a sus invitados que cada día es un regalo. Así se siente en esta casa. Aquí hay química y generosidad.
Eclecticismo podría definir el estilo de este apartamento situado en el centro neurálgico de Sevilla. Una selva exhuberante llena de recuerdos y piezas únicas adquiridas en anticuarios y rastrillos de artesanía con una jugosa historia detrás de cada una de ellas. La sugerente decoración ni es fruto de la casualidad ni de las prisas; obras de arte, objetos adquiridos en viaje, o fotografías… cada elemento puesto a su tiempo, cada uno con un sentido, con una anécdota, con vida.
Al final, una casa es como una caja donde se guardan los recuerdos más bonitos de la vida, y un lugar donde pasan cosas maravillosas si uno quiere. Envuelve tu casa en papel de regalo, y ponle un lazo cada día, y éste será el mejor lugar del mundo.
VALIENTES Y TIBIOS
“Dejemos en el camino, personas y privilegios a favor de vivir más cercanos de nuestra verdad más verdadera”