Mario Niebla del Toro Carrión.
Director de la Revista Escaparate
¿Estáis dispuestos? ¿Estáis dispuestos a renunciar a la excelencia? ¿Estáis dispuestos a tirar la toalla? ¿Se acabaron las fuerzas para luchar? ¿Se acabó el tiempo de soñar? ¿Damos por perdida la idea de que otra realidad es posible? ¿Tocados y hundidos? ¿Nos plantamos? Discúlpenme pero si es así no quiero jugar en vuestro equipo. Ni loco que yo estuviera que lo estoy. No he venido aquí a tragarme lo que me pongan por delante. Mis tragaderas también tienen un límite. Por eso mis peajes no siempre fueron baratos. Conmigo han pinchado en hueso. La vida es una suma de decisiones. En nuestras manos está el cambio. No me pienso rendir por fácil que me lo pongan. No lo haré aunque se empeñen en insultar mi inteligencia, unos por listos y otros por tontos. Creo que debemos salir ahí y poner pie en pared. Llegan días de decidir, de hablar, de dar un paso adelante, de mojarse. Llega la fiesta de la Democracia, querido amigo. Vienen días de cambios si los queremos. Es el momento, si no luego no ose quejarse. Viene la ocasión de pronunciarnos de la manera más decisiva que la legalidad constitucional nos brinda. Por el imperativo del voto. Es el momento. De hablar, de decidir si dejamos que hagan por nosotros como hace décadas o de poner punto y final a un panda de señores y señoras, abanderados del “ciudadanas y ciudadanos, andaluzas y andaluces”, como gusta a algunos subrayar como un mal entendido y partidista sinónimo de igualdad. Los que están desde antes de que naciese no escatiman en promesas de actuar de ahora en adelante, como si no hubiesen tenido ya tiempo de cambiar las cosas. Ahora sí que sí… Pues por aquí se va a Madrid… Ahora es tarde, señora. Podemos cambiar en la dirección que nuestras ideas nos inclinen, pero cambiar por lo que más quieran. Dar la oportunidad a otros, a riesgo de equivocarnos. Salgamos de la poltrona del sillón de capitoné donde dormitamos pasivos, inertes, tragando lo que haya que tragar, como si nos hubiesen absorbido la energía, la crítica, el alma y las ganas de un plumazo a golpe de imputaciones de la jueza Alaya. Bendita sea. ¿Fan número uno de esta señora? ¡Presente! Es el tiempo del cambio o del estancamiento. Usted dirá. En estos días de falsos profetas y no en otros es cuando tenemos que estar despiertos, muy despiertos, más que nunca. Que nadie duerma ni se deje dormir. Me duele Andalucía con la fuerza que al republicano Unamuno cuando sentenció “Me duele España”. Señores, señoras, ciudadanas y ciudadanos, conmigo no se quedan estos de la panda de los de siempre frente a los de nunca. Nuestra tierra no es sólo Semana Santa, Feria y Rocío. Mire usted, la chuchería con la que pretenden distraer nuestro espíritu crítico conmigo no cuela. Lo siento, mi amor, pero hoy te lo voy a decir: Conmigo no cuentes. Yo creo en la Andalucía de los pregones y de los carteles para todo. Me agrada la ciudad en la que celebramos la apertura de un sobre pero hay otra Sevilla y otra Andalucía, gloriosa, a la que no me da la gana renunciar. Esta es la tierra, de pasado multicultural, de la que brotaron brillantes que enaltecieron nuestra cuna con sus hechos, haciendo más que diciendo. Andalucía ha parido a grandes, de todas las esferas. No me resigno a creerme la película. Una tierra donde los mediocres manejan los destinos de un Pueblo cansado pero que no se cansa de tragar como mulos, reincidentes. Me quejo pero no cambio. En muchas ocasiones apartando la lógica y el sentido común en ese necesario ejercicio de reflexión que debemos imponernos en estas horas. Andalucía es la tierra donde vivieron, hicieron y soñaron con mayor o menor acierto Séneca, Adriano, el Gran Capitán, Góngora, Cánovas, Castelar, Valdés Leal, Miguel de Mañara, Bécquer, Velázquez, Manuel y Antonio Machado, Manuel de Falla, Pemán, Juan Ramón, Cernuda, Vicente Alexandre, Paco de Lucía, Lola Flores, Rocío Jurado, Camarón, Ordóñez, Curro, Paula o Pepe Luis, Castillo Lastrucci, Antonio Susillo, Juan de Mesa, Martínez Montañés, Picasso, Lorca, Alberti, Fernando Villalón o Romero Murube. Andalucía es la tierra del “Risitas” y del “Peíto” pero también la de las Cortes de Cádiz. La tierra de la libertad y la lucha. La tierra de grandes ideólogos que querían una Andalucía libre. Esta es la tierra de Blas Infante, no es sólo la tierra Malaya. Debemos ser honestos con quienes engrandecieron con su vida y sus valores una tierra soñada desterrando de los mandos que todos pagamos con muchas fatigas a los que vengan a mermarnos y resumirnos en tierra de romerías. Andalucía no es sólo pandereta, querido lector. No avanza y es sólo y exclusivamente responsabilidad nuestra. Andaluz, estas son nuestras elecciones. Esta carta no será un aria de la vida en rosa como acostumbro. Este mes quiero ponerme serio. Quiero que este amasijo de frases se lo tome como un brindis por el cambio.
¿Estáis dispuestos? ¿Estáis dispuestos a renunciar a la excelencia? ¿Estáis dispuestos a tirar la toalla? ¿Se acabaron las fuerzas para luchar? ¿Se acabó el tiempo de soñar? ¿Damos por perdida la idea de que otra realidad es posible? ¿Tocados y hundidos? ¿Nos plantamos? Discúlpenme pero si es así no quiero jugar en vuestro equipo. Ni loco que yo estuviera que lo estoy. No he venido aquí a tragarme lo que me pongan por delante. Mis tragaderas también tienen un límite. Por eso mis peajes no siempre fueron baratos. Conmigo han pinchado en hueso. La vida es una suma de decisiones. En nuestras manos está el cambio. No me pienso rendir por fácil que me lo pongan. No lo haré aunque se empeñen en insultar mi inteligencia, unos por listos y otros por tontos. Creo que debemos salir ahí y poner pie en pared. Llegan días de decidir, de hablar, de dar un paso adelante, de mojarse. Llega la fiesta de la Democracia, querido amigo. Vienen días de cambios si los queremos. Es el momento, si no luego no ose quejarse. Viene la ocasión de pronunciarnos de la manera más decisiva que la legalidad constitucional nos brinda. Por el imperativo del voto. Es el momento. De hablar, de decidir si dejamos que hagan por nosotros como hace décadas o de poner punto y final a un panda de señores y señoras, abanderados del “ciudadanas y ciudadanos, andaluzas y andaluces”, como gusta a algunos subrayar como un mal entendido y partidista sinónimo de igualdad. Los que están desde antes de que naciese no escatiman en promesas de actuar de ahora en adelante, como si no hubiesen tenido ya tiempo de cambiar las cosas. Ahora sí que sí… Pues por aquí se va a Madrid… Ahora es tarde, señora. Podemos cambiar en la dirección que nuestras ideas nos inclinen, pero cambiar por lo que más quieran. Dar la oportunidad a otros, a riesgo de equivocarnos. Salgamos de la poltrona del sillón de capitoné donde dormitamos pasivos, inertes, tragando lo que haya que tragar, como si nos hubiesen absorbido la energía, la crítica, el alma y las ganas de un plumazo a golpe de imputaciones de la jueza Alaya. Bendita sea. ¿Fan número uno de esta señora? ¡Presente! Es el tiempo del cambio o del estancamiento. Usted dirá. En estos días de falsos profetas y no en otros es cuando tenemos que estar despiertos, muy despiertos, más que nunca. Que nadie duerma ni se deje dormir. Me duele Andalucía con la fuerza que al republicano Unamuno cuando sentenció “Me duele España”. Señores, señoras, ciudadanas y ciudadanos, conmigo no se quedan estos de la panda de los de siempre frente a los de nunca. Nuestra tierra no es sólo Semana Santa, Feria y Rocío. Mire usted, la chuchería con la que pretenden distraer nuestro espíritu crítico conmigo no cuela. Lo siento, mi amor, pero hoy te lo voy a decir: Conmigo no cuentes. Yo creo en la Andalucía de los pregones y de los carteles para todo. Me agrada la ciudad en la que celebramos la apertura de un sobre pero hay otra Sevilla y otra Andalucía, gloriosa, a la que no me da la gana renunciar. Esta es la tierra, de pasado multicultural, de la que brotaron brillantes que enaltecieron nuestra cuna con sus hechos, haciendo más que diciendo. Andalucía ha parido a grandes, de todas las esferas. No me resigno a creerme la película. Una tierra donde los mediocres manejan los destinos de un Pueblo cansado pero que no se cansa de tragar como mulos, reincidentes. Me quejo pero no cambio. En muchas ocasiones apartando la lógica y el sentido común en ese necesario ejercicio de reflexión que debemos imponernos en estas horas. Andalucía es la tierra donde vivieron, hicieron y soñaron con mayor o menor acierto Séneca, Adriano, el Gran Capitán, Góngora, Cánovas, Castelar, Valdés Leal, Miguel de Mañara, Bécquer, Velázquez, Manuel y Antonio Machado, Manuel de Falla, Pemán, Juan Ramón, Cernuda, Vicente Alexandre, Paco de Lucía, Lola Flores, Rocío Jurado, Camarón, Ordóñez, Curro, Paula o Pepe Luis, Castillo Lastrucci, Antonio Susillo, Juan de Mesa, Martínez Montañés, Picasso, Lorca, Alberti, Fernando Villalón o Romero Murube. Andalucía es la tierra del “Risitas” y del “Peíto” pero también la de las Cortes de Cádiz. La tierra de la libertad y la lucha. La tierra de grandes ideólogos que querían una Andalucía libre. Esta es la tierra de Blas Infante, no es sólo la tierra Malaya. Debemos ser honestos con quienes engrandecieron con su vida y sus valores una tierra soñada desterrando de los mandos que todos pagamos con muchas fatigas a los que vengan a mermarnos y resumirnos en tierra de romerías. Andalucía no es sólo pandereta, querido lector. No avanza y es sólo y exclusivamente responsabilidad nuestra. Andaluz, estas son nuestras elecciones. Esta carta no será un aria de la vida en rosa como acostumbro. Este mes quiero ponerme serio. Quiero que este amasijo de frases se lo tome como un brindis por el cambio.