Un hotel diseñado por el arquitecto José Espiau y Muñoz e inaugurado el 28 de abril de 1928, hace ahora noventa años. Nueve décadas de un edificio hecho para soñar. La llegada del gran lujo a una ciudad provinciana que se transformaba para unir sus lazos con Hispanoamérica y, de paso, entrar en el siglo XX con treinta años de retraso. La Exposición del 29 había despertado las ilusiones de una ciudad que había logrado atraer visitantes basado en los tópicos que la caracterizan. Las procesiones, la Feria de Abril… En definitiva, las fiestas primaverales convertidas en el principal motor de una ciudad. Una ciudad que desde el siglo XX venía despertando y explotando el fenómeno turístico, apoyado por la llegada del ferrocarril pero que, sin embargo, carecía de establecimientos de excelencia. El Hotel Alfonso XIII se convirtió, por tanto, en el paradigma del lujo de aquel tiempo… y así ha llegado hasta nuestros días.
El Hotel Alfonso XIII abrió sus puertas el 28 de abril de 1928 con una gran celebración presidida por el rey Alfonso XIII y la reina Victoria Eugenia, con motivo del enlace concertado de la infanta Isabel Alfonsa con el conde Juan Zamoyski. Así lo recordaba la propia Infanta Elena cuando en el pasado mes de marzo visitaba el Hotel para celebrar que lleva noventa años abierto. Un Hotel, desde su fundación, ligado permanentemente a la Casa Real que, después del Alcázar, ha tenido en este espacio su segunda residencia en Sevilla. Una vinculación, tan sólo, interrumpida durante la Segunda República, momento en el que pasó a denominarse Hotel Andalucía Palace, recuperando su nombre original tras la Guerra Civil.
Allí se rodó en los años 60 la película «Laurence de Arabia», una superproducción de Hollywood que mantuvo como huésped durante cuatro meses a su protagonista, el actor egipcio Omar Sharif.
El Alfonso XIII divisaba cada mañana el transitar de las viejas cigarreras envueltas en sus mantones. Y con el tiempo aquellas mujeres decidieron dejar de envolver tabaco e ingresaron en la universidad para ser doctoras en derecho, en filología o historia del arte. Por delante del Alfonso XIII pasa la Buena Muerte de Dios, la Victoria de la Paz o el Dolor del Cerro… un tranvía con esquila de muñidor y un metro que le hace cosquillas a sus cimientos. Contempla desde sus ventanas la muchedumbre que celebra de madrugada los títulos del Sevilla o de la Selección Española al tiempo que despierta a sus clientes con los cascos de los caballos golpeando sus herraduras en los adoquines.
En 1988 fue declarado Bien de Interés Cultural y su propiedad es Municipal aunque su gestión se realiza a través de una concesión que en la actualidad gestiona la cadena Luxury Collection. Sin dudas, la etapa de mayor gloria del Alfonso XIII pudo ser coincidiendo con la Exposición Universal de 1992. En aquel momento, las más altas personalidades que acudieron al evento se alojaron en el prestigioso hotel. Allí estaba la cámara de fotos de un intrépido Manolo Gallardo que captó a las decenas de Jefes de Estado, políticos, artistas… que en aquellos días de 1992 acudieron a Sevilla llamados por la Exposición Universal. Los Príncipes de Gales, Carlos y Diana; Gorbachov, Fidel Castro o Gerard Ford son algunas de las personalidades que pasaron por el lugar.
Es el Alfonso XIII donde Madonna o Bruce Springsteen se refugian cuando vienen al Estadio Olímpico para dar conciertos. O donde Tom Cruise y Cameron Díaz descansaban de sus rodajes de la película “Noche y Día”. Pero también el Alfonso XII es el lugar de los banquetes y noches de bodas de miles de sevillanos que quieren vivir en primer día de sus nuevas vidas en un lugar de ensueño, el espacio por donde desfila el color de “We Love Flamenco”o donde Alfonso Candau brinda con “Alfonso” al calor de una buena tertulia de amigos. Y es que, también el Alfonso XIII es un oasis en mitad de una Sevilla, a veces, saturada en su devenir diario y que tiene en este hotel el lugar perfecto para soñar.
VALIENTES Y TIBIOS
“Dejemos en el camino, personas y privilegios a favor de vivir más cercanos de nuestra verdad más verdadera”