Probablemente sea ésta, una de las casas más elegantes y bonitas de Sevilla. No sólo por su estructura, sino por la calidad de piezas y mobiliario, todo de primera. También por la manera en que están colocados con un gusto excepcional todos y cada uno de los elementos que la componen. No existe un tono fuera de lugar, todo es precioso y perfecto en esta casa con origen del S. XVII que en su momento sufrió una gran reforma en torno al año 1850.
En el salón destacaría un cuadro del S. XVII de la Escuela Italiana del círculo de Caravaggio y unos preciosos tapices franceses confeccionados en la manufactura de Aubusson y convertidos en cortinas. Predomina claramente un estilo Romántico y decimonónico que invade toda la casa y una vez dentro se tiene la impresión de estar en un palacete inglés de la época Victoriana o quizás en un pequeño Versalles.
Una de las joyas de la casa es la deslumbrante vajilla de porcelana Imari compuesta por excelentes piezas de los siglos XVIII y XIX coleccionadas hasta componerla en su totalidad y magníficos los cuadros pintados en papel de arroz con motivos frutales y de insectos que cuelgan de una de las paredes del comedor. El gusto por el refinamiento y lo clásico y la importancia dada a la calidad han sido el leitmotiv a la hora de decorar esta vivienda.
Uno de los lugares más acogedores de la casa es la sala de estar, cuajada de retratos y pasajes costumbristas, pintados principalmente por notables pintores ingleses, siendo éstos -atraídos por la cultura española- los primeros en retratar escenas populares andaluzas y sevillanas y exportarlas a Europa. Magníficas son también las terracotas malagueñas de Cubero que adornan este lugar ideal de esta casa. Propiedad de Braulio Vázquez y Fernando López, dueños de Antigüedades Bastilippo.
Por Ramón Vergara