Antonio y Fernando García
Diseñadores
La primavera acaricia sus ventanas y la vida se mastica entre sus blancas paredes. El día más feliz de sus vidas tiene nombre y premio: Goya, al Mejor Diseño de Vestuario. Fernando García lo recibió emocionado. Asistió del brazo de su padre. Es la mitad de la firma Antonio García, su hermano y referente vital. Aquel reconocimiento fue un bálsamo en esta familia curtida en torno a la costura. Son currantes, de gustos exquisitos pero sencillos. Exhortan un “lujo mate” resultado de una carrera profesional de referencia en el mundo de la moda, hilvanada a base de mucho trabajo y genio innato. Humildes de condición, son poseedores de ese común espíritu de los grandes, nos reciben en una luminosa mañana en las entrañas de Sevilla.
¿Cómo eran Antonio y Fernando en su más tierna infancia?
Fernando García: Nos llevamos bastante tiempo pero te puedo decir que Antonio siempre fue un niño muy bueno.
Antonio García: Yo era un niño modélico, completamente, en todos los sentidos (Risas). Responsable, muy formal, muy sencillo, estudioso. Fernando era más canalla, un poquito, más transgresor.
¿Siempre quisieron ser diseñadores de moda?
AG: En nuestro caso estaba muy dirigido. Nuestra casa era un taller de costura. Empecé yo y Fernando me siguió los pasos. Mi madre era modista en La Algaba. Cosía de toda la vida. Era una realidad paralela que teníamos muy presente. Cuando llegué a la selectividad fue cuando me planteé dedicarme a la moda. Fernando lo vivió desde su adolescencia.
FG: Me gustaba el mundo creativo. Me gustaba la decoración. Hice Artes Aplicadas en el Pabellón de Chile y, después de ahí, en tercero tuve que elegir la especialidad, elegí moda. Tuve la suerte de tener a mi hermano en una empresa como diseñador industrial y ahí empezó todo.
Si no hubiesen sido diseñadores, ¿qué hubiesen sido?
AG: Yo hubiese sido periodista, profesor, porque me encanta la docencia. Incluso hubiese sido bailarín, actor… Tengo una vertiente muy teatrera (risas). Algo relacionado con el arte.
FG: Antonio es muy dramático. Siempre seríamos algo del arte.
¿A quiénes les gustaría vestir?
AG: El mundo en este momento tiene a las actrices como referentes en la moda. Son ellas los iconos de la moda en este momento, como en los noventa eran las modelos.
FG: Nos gustaría vestir a Cate Blanchett, Julianne Moore, Tilda Swinton… No son bellezas explícitas, son elegantes, con un toque especial, con mucha personalidad. Ese lujo mate que transmiten…
¿Dejan que la clienta forme parte del diseño?
AG: Sí, claro. Es un plus. Siempre.
FG: Dentro de unas coordenadas. Nosotros somos muy suaves. Entonces cuando quieren algo muy escandaloso les invitamos a ir a otro sitio. Una vez nos vino a una señora que quería un traje de caracola que se lo había visto a Bibiana Fernández. Le dijimos: “Eso se lo van a hacer mejor que nadie sus inventores, Victorio & Lucchino”. Son compañeros y damos la dirección siempre. Cada vez más nos piden lo que tenemos.
AG: Ya todo es más fluido, saben lo que hacemos tras los años, con un sello personal y un perfil definido que nos hace acertar más fácilmente, porque saben lo que encuentran.
¿Cómo es la mujer de Antonio García?
AG: Hay muchos perfiles, pero la mujer que viene a nuestro estudio de entrada tiene una carga de sobriedad importante, con un gusto por el atrevimiento, pero sutil, más suave, elegante. Líneas puras, cortes puros. Que me lo pida una clienta directamente es un reconocimiento a años de trabajo. Muchas veces un vestido con líneas simples es más difícil de hacer bien que uno más sofisticado porque deja ver fácilmente cómo se ha hecho.
FG: En esta temporada por ejemplo no proponemos un traje de chaqueta, sino la chaqueta, muy setenta, pero muy costura, con el botón blanco de nácar…
AG: El grueso de nuestro trabajo es la costura. La clienta que viene por una creación de Antonio García va buscando buenísima costura sobre todo. Una prenda aparentemente sencilla tiene que ser impecable. Lo que hagamos va a quedar patente. Ahí no hay ni trampa ni cartón.
FG: Fundamental la costura. Nos encanta Valentino, Óscar de la Renta… Sofisticados pero sencillos en las formas.
¿Se es más feliz cuando uno se rodea de belleza?
AG: Sí. Si voy a beber un vaso de agua intento coger el más bonito. Si tengo que coger una servilleta, obvio la de papel y cojo le de tela. La vida es eso.
FG: Por supuesto. Intentamos siempre tener flores, tener el estudio agradable.
¿Cuál es vuestra receta para ser feliz?
AG: Yo creo que es fundamental hacer lo que a uno le gusta, rodeándose de gente que nos gusta, que nos aporte.
¿Quiénes forman el equipo de Antonio García?
FG: Gente cualificada que entiende el mensaje de la marca.
AG: Necesitamos que exista entre todos coherencia y, por encima de todo, a nivel humano, sobre todo porque nuestra dinámica de trabajo es muy familiar. Estamos diez o doce horas conviviendo todos los días, es nuestra vida. Como dice una amiga mía, tenemos los “trabajos vidas”, porque pasamos muchas horas del día aquí.
¿Cómo se ven en el futuro?
AG: Como mínimo como estamos ahora (risas). Sin grandes altibajos, con el mismo ritmo, con el curso natural de nuestra carrera seguir cumpliendo metas que nos vamos proponiendo y sueños que ya son y que vayan siendo realidades. Es importante tener siempre metas y sueños por cumplir.
FG: Por otro lado, no nos quedamos planos. Ahora acabamos empezar con un despacho en Madrid, para un showroom de prensa. Ahora tendremos más acciones puntuales en la capital. Daremos más noticias de Antonio García en medios.
AG: Van pasando los años y todo está más asentado y sí que es verdad que vivimos un momento dulce y por ello podemos hacer más las cosas que nos gustan. Hacemos una colección al año, porque no estamos metidos en ningún recorrido ni circuito de moda establecido.
FG: Hacemos una al año porque mi trabajo en el cine y la demanda del propio taller nos lo impide. Tenemos mucha medida en Sevilla, en Jerez, en Madrid. Para nosotros era impensable que una novia se coja un AVE para venir a medirse con nosotros a Sevilla.
¿Han pagado un peaje muy alto por elegir Sevilla como lugar para establecerse?
FG: A mí es que me gusta estar en Sevilla. Lo que sí es cierto es que se necesita un altavoz en Madrid si quieres estar de alguna manera en el circuito de la moda.
AG: Con un ritmo muy sui géneris de como funciona el mundo de la moda. Nosotros vamos a nuestro ritmo. Acaba de sacarnos por ejemplo Julia Martínez en Telva a nosotros y junto a Caprile, pues eso nos ha venido fenomenal.
¿A quién admiran?
AG: Admiro a todo el que se lo curra. Gente cercana. Amigos míos que son buenas personas y luchadores. Gente honesta, de verdad, que no se rinde ante los problemas.
¿Qué es la honestidad?
AG: La coherencia con la verdad.
¿Y el lujo?
AG: El tiempo es el mayor lujo.
¿Son buenos cocineros?
FG: Yo hago una súper tortilla de patatas. Una tarta de patatas con diez huevos y mucho mimo.
AG: Le echa muchos huevos a la tortilla y a la vida (sonríe).
¿Lo tuvieron fácil con lo que tenían que decir siendo unos niños de pueblo?
AG: Lo hemos tenido muy fácil en ese sentido. Yo siempre he dicho que soy de pueblo en el sentido jocoso, gracioso y me ha encantado serlo.
FG: La mayoría de los diseñadores y de los creadores del mundo de la moda son de pueblo. Recuerdo un reportaje de Clara Guzmán en ABC que se tituló “Soy de pueblo” y estaba todo el mundo de la moda en el mismo saco. Antonio, además desde muy niño se fue fuera y de fuera a Sevilla. Empezamos en la Alameda cuando llegamos. Aquí queremos a nuestras clientas muy guapas, en un ambiente muy agradable.
¿Fernando pensó alguna vez que llegaría a ganar un Goya?
FG: Jamás. El año pasado ya me nominaron y empecé a pensarlo. Una satisfacción estupenda. Siempre trabajé para cosas pequeñas. Pasar de eso a que me premien con un Goya es una cosa impensable.
AG: Además que “Isla mínima” ya se ha convertido en un clásico del cine español pese al poco tiempo de vida que tiene.
FG: En junio empiezo una serie sobre la peste basada en la Sevilla del siglo XVI. Eso me tiene fascinado, una pasada. Voy a crear en Londres y en Madrid para algo basado en Sevilla, con siete meses de preparación.
¿Qué tiene la vida de película?
AG: La vida supera la ficción.
¿Cómo quieren que quedara vuestra obra?
FG: Nunca lo he pensado.
AG: Se hablará de nosotros. Estoy seguro.
Confiar en uno mismo es el primer paso para que confíen los demás en uno.
FG: Exacto. Hay espacio y mercado para todos. Tenemos una identidad. Eso nos ha costado muchos años.
AG: La gente joven tiene que aprender a tener paciencia. No creerse de primera hora una celebridad. El éxito llega con el trabajo de los años. Los nuevos, sea en la moda, en el periodismo o en cualquier disciplina tienen que saber ser humildes y pacientes. Falta sentido de la realidad. Si tú no comes de la moda no es tu sitio.
¿Hay mucho asalta corrales en la moda?
AG: Hay mucho intrusismo. Hay quienes piensan que el diseñador es el que sube a la pasarela y se hace la foto en el fotocol. Hay un curro detrás importante, una formación y unos años de experiencia. Somos currantes. No entiendo esto de otra manera. Hay que trabajar todos los días.
FG: Nos gusta lo artesano, la prueba, los dibujos, los detalles… Hay que ir paradójicamente para atrás, a lo clásico artesanal.
¿Cuál es el color de Antonio García?
AG: Nosotros siempre hemos empleado mucho el blanco y el negro. Siempre presentes. Mi color a título personal es el rosa creo (risas).
FG: A mí me gusta mucho el azul marino. Cuando se lo recomiendo a alguna madrina le horroriza. Luego descubren lo bien que queda.
¿Algún plato favorito?
AG: El cocido de La Algaba.
FG: La paella.
¿Una película que no sea Isla Mínima?
(Risas)
FG: La niña de tus ojos.
AG: Drácula de Coppola.
¿Un libro?
FG: Hace tiempo que no me leo un libro.
AG: Yo los compro pero no los leo. La biografía de Grace Coddington, editora de Vogue USA.
¿Un personaje histórico?
AG: Balenciaga.
FG: Lady Di.
¿Una frase?
AG: Una tuya, “La vida es hoy”.
FG: “Yo soy del Sur”, que también es muy tuya.
¿Ha supuesto algún problema ser hermanos y sin embargo compañeros?
AG: Para nada.
FG: Es de las mejores cosas que me han pasado en la vida. Compartimos la vida, la vocación y nuestros amigos.
¿Un día de sus vidas?
FG: El día que gané el Goya. Iba con mi padre del brazo, Antonio García Pertíñez, que, por cierto, tiene un segundo apellido precioso y a punto estuvimos de ponerle ese nombre a la marca.
AG: En mi casa fue una inyección de alegría y de energía aquel día por distintas circunstancias.
¿Hay algo que pueda saber que no hayan contado nunca?
AG: Nada y menos te lo diríamos aquí (Risas).