10 Sep, 2016 | callejuelas

 
Emilio Moeckel

Abogado y empresario

Tiene planta y apellido alemán pero toda la guasa – en el mejor de los sentidos – que da esta tierra. Emilio Moeckel, abogado, callejea por la ciudad buscando conflictos que resolver de manera pacífica. Es un experto en equilibrios y así se lo ha transmitido a los más de 7.000 profesionales que han pasado por el Instituto de Ciencias del Derecho y la Empresa que él mismo dirige. Emilio es el quinto de ocho hermanos que hunden sus raíces en aquellos Moeckel que llegaron a Sevilla a principios de siglo para encender la luz de esta ciudad… en el literal término de la palabra. Ingenieros de la futura Sevillana Endesa que sembraron una fructífera semilla de la que ha brotado este hijo de la ciudad con despacho en la Plaza Nueva y amigo de los paseos por el barrio de Santa Cruz.

Abogado, empresario, Sevillano… qué título le gusta más?

Los tres en uno,  porque todos ellos están vinculados a mi persona y personalidad. Abogado porque es mi profesión que ejerzo con vocación y convicción y la traigo en la sangre por parte de mi abuelo materno, que también desarrolló su profesión en esta ciudad. La de empresario porque hace ya más de 20 años emprendí con ilusión y misma convicción la creación del Instituto de Ciencias del Derecho y la Empresa – ICIDE – Y sevillano ¿cómo no? Por ser la ciudad que me vio nacer, en la que me formé y me desarrollé tanto personal y académicamente como profesional y empresarialmente. Sevillano… pero sevillano atípico por ser sevillano de ancestros paternos alemanes.

¿Qué ha aprendido de su profesión?

El ser tolerante y buscar el equilibrio que representa simbólicamente la balanza de la justicia. Ninguno estamos en posesión de la verdad absoluta de modo que es mejor el encarrilar cualquier controversia jurídica – y humana – a través de un equilibrado y justo acuerdo.

Un abogado que no recomienda evitar los juicios…

Mejor así que a través de en una decisión impuesta por un tercero que es imposible pueda aprehender, con “h” intercalada, todos los pormenores de la controversia que se le plantea. Y es que está muy arraigada la postura del  “me lo  juego al todo o al nada” a través de la decisión judicial.

¿Hay talento en esta ciudad?

Por supuesto. Y en todos los sectores: arte, cultura, emprendimiento, investigación y no se prodigan ni afloran todos sus talentos porque desgraciadamente los gestores de la ciudad a lo largo de estos últimos años se han prodigado más en el “vamos hacer” que en el “hemos hecho”.

¿Y ganas de emprender?

Ganas de emprender creo que también aunque con mucha desilusión por lo que cuesta emprender pese a que el legislador se ha propuesto potenciar la figura del emprendedor. Falta más ilusión y convicción que ganas.

Acaba de ser reconocido recientemente. Los premios ¿incentivan o complacen?

Ambas cosas. Fue para mi un revulsivo interior muy positivo que se me distinguiera con la Estrella de Oro a la Excelencia Profesional, pues pese a  los  obstáculos y tropiezos del camino que siempre te hacen titubear o no pisar a veces con la firmeza debida, este tipo de reconocimientos te dan fuerza para seguir abriendo camino por la senda trazada. Y complacen, igualmente, a título personal porque a todos nos gustan más los reconocimientos que las críticas… y el que diga otra cosa miente.

¿Usted cree en la Justicia?

Creo en la Justicia y parafraseando el decálogo del buen Abogado de Eduardo J. Coutere, creo en el Derecho como el mejor instrumento para la convivencia humana y en la justicia como destino normal del derecho. Si encuentro un conflicto o controversia entre lo que es de ley o de derecho y la justicia lucho por lo que es justo. A veces es muy difícil conseguirlo, pues lo que es justo para unos es injusto para otros. Y creo en el sistema para hacer justicia, pese a todas sus limitaciones, y en la voluntad de intentar hacer justicia de todos los que en una u otra manera colaboramos en su administración.

¿En un abogado debe haber más pasión o frialdad?

Pasión y vocación, pero esa pasión debe de ir siempre acompasada más que de frialdad de pragmatismo. La abogacía es una lucha de pasiones pero en esos combates debemos ser pragmáticos y saber olvidar pronto tanto los triunfos como las derrotas sino se arrojaría la toga en más de un asalto.

¿A quién no defendería nunca?

A alguien que me propusiera la defensa de algo que considerada injusto. En nuestra profesión se obliga a que toda persona tenga una defensa incluso estando  al margen del derecho y de la justicia, porque debe presumirse su inocencia siempre. Por eso nunca he ejercido como abogado de oficio porque no me gusta defender ni luchar por intereses de algo que no considero justo y como abogado de oficio esa elección no está en mi mano.

El caso más surrealista que le ha tocado lidiar

En mi etapa de Secretario Judicial de Carrera, denominados actualmente Letrados de la Administración de Justicia, me pasaron una sentencia para firmar su publicación en la que por error el funcionario transcribía mi nombre como condenado en el fallo de la misma y me la pasaron a la firma para publicar mi auto-condena. Obviamente se rectificó el error antes de su publicación y de su notificación.

¿Qué tiene de alemán y qué de sevillano?

De alemán la tenacidad y orden, desde pequeño nos decía mi padre “un lugar para cada cosa y cada cosa en su sitio”. De sevillano la alegría, cercanía personal y emotividad.

¿Qué es lo que mejor define a esta ciudad?

Su belleza sin par y su gente singular.

¿Somos «legales» los sevillanos?

Bueno los hay legales y alégales y otros en la frontera entre lo uno y lo otro, como en toda gran ciudad.

¿La picaresca sevillana que tanto inspiró a Cervantes sigue existiendo?

La figura del pícaro sevillano sigue existiendo pese a los siglos transcurridos pero evolucionada y  adecuada a los tiempos actuales.

¿Qué trocito de Sevilla salvaría de un terremoto? 

Pregunta compleja. El trocito de Sevilla que salvaría sería a Sevilla en su integridad porque es un lujo para los sentidos de la humanidad. No me gustaría ser juez de qué maravillas deberían desaparecer. Solo por no evadir la pregunta y huir de los tópicos con un palmario egoísmo personal diría que El Archivo de Indias, porque desde pequeño me inspiraba curiosidad y aún, hoy día, por lenidad, desidia o dejadez del “ya lo haré”, tal vez por la tranquilidad de tenerlo cercano, es una maravilla de las de Sevilla desconocida en su interior para mí.

Intenta no perderse una. ¿Dónde me recomienda cenar esta noche… y tomar una copa?

Si me pregunta por esta noche y en Sevilla metidos aún en periodo estival, sin duda en el Corral del Agua, un placer para los sentidos y un oasis en el corazón del Barrio de Santa Cruz y terminaría con una copa en la terraza del Hotel Doña María, una sugerencia muy particularmente Moeckel.

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