Mario Niebla del Toro Carrión.
Director de la Revista Escaparate
“Meta en cajas del trastero de su corazón aquello que arrastra por inercia del pasado y reubíquelo”
Mario Niebla del Toro Carrión
direccion@revistaescaparate.com
@niebladeltoro
Foto: Jesús Aldebarán
Los narradores de historias tenemos la tarea de restaurar el orden con nuestra imaginación, infundiendo esperanza una y otra, y otra vez. Señalando caminos invisibles a simple vista. Deje por ello que mi discurso sea por un momento el bálsamo a su día y sígame sin dudar o dudando, pero siga, sin dejar de caminar para no ser atropellado. Párese un segundo, por favor, a un lado de este instante y permítame que le cuente, ahora que le cogemos las vueltas a esta prisa sin prosa que nos arrastra cada día en la rutina agonizante en la que vivimos atornillados. El orden en los hogares y en lo profesional es un gran aliado para focalizar fuerzas y ganas, energías y tiempo de dedicación. El orden nos hace la vida más llevadera y es el orden el que protagoniza mi editorial de este mes de todos los santos. De la misma manera que necesitamos un buen sábado para ordenar vestidores, trasteros y cajones, lo debemos ansiar un buen día, sea sábado o miércoles, para encontrar el orden en nuestro interior, en lo más silencioso de nuestro alma y de nuestros sentimientos. A veces nuestro interior clama a voz en grito y nos negamos a escucharlo remachados en la rutina ensordecedora. La prisa siempre invitará a parchear, que viene de parche, relaciones de todos los matices, emociones y sentimientos. Si alguna vez pensó que en los sentimientos no se manda, no se lo discuto porque es así. Mi carta sin embargo es un convite a ponerle un paréntesis para entender que sí que se puede trabajar en ordenarlos al menos. De nuevo el orden. Ordenar por ejemplo las prioridades vitales, desde los grandes pilares de la vida, a las prioridades más domésticas de su día a día. De un tiempo a esta parte, llegué a esa conclusión, desde el desconocimiento de las teorías de psicólogos y antropólogos, soportado este razonamiento en la experiencia y en lo que a mí me ha ido bien en el naufragio que significa vivir vivo, vivir auténtico, vivir despierto y con los poros de nuestra piel prestos a sentirnos en la plenitud de nuestra existencia. Coja una libreta imaginaria y piense el camino que le gustaría seguir y hacia donde, sea un adolescente o peine canas. Reflexione sobre los compañeros de viaje que quiere tener en esa travesía. A cada renglón de esa libreta añada hacia donde tiene que mover ficha para asemejarlo a su realidad. ¿Qué quiere? ¿Qué le hace sentir bien, pleno? ¿Qué perfil de personas deben formar parte de ese plan vital? Descarte, reformule, priorice, decida: Ordene a fin de cuentas. Haga de repente de su día el sábado que nunca hasta ahora había llegado. Haga de hoy el sábado tempranito de zafarrancho para guardar en el altillo de sus sentimientos aquello que no le servirá. Empiece hoy su cambio de temporada. Meta en cajas del trastero de su corazón aquello que arrastra por inercia del pasado y reubíquelo donde pueda acudir, pero que, al menos de momento, no le ocupe espacio ni le estorbe en su hoja de ruta de la libreta que ha desempolvado a esta hora. Si estas palabras con fundas, cajas y etiquetas que sólo existen dentro de su ser le sirven para ser un poco más ordenado, más feliz, habrá valido la pena este charco de letras que le brindo. Disfrute ordenando el cuartillo de sus emociones hasta donde su humanidad se lo permita. Recuerde que nunca es tarde para hacer este giro emocional. Le deseo un feliz y productivo sábado, me lea cuando me lea. Haga de su día un sábado preciso, sin chándal, para hacerse la vida más fácil. Nada más. Nada menos.