Pues en esas estamos, en las segundas veces de las cosas.
En Sevilla hay más de un millón y medio de habitantes y no os vayáis a pensar que es fácil ponernos de acuerdo, no, pero tampoco imposible. Existen dos ocasiones en las que nos encontramos y nos juntamos a la vez, la Semana Santa y la feria por ese orden y sin excusas.
Ahora, un ahora que se está haciendo muy largo, nos estamos teniendo que poner de acuerdo para convivir con un virus del que personalmente estoy muy hartita. Si vuelvo a escuchar “cuando nos volvamos a ver…”, “La fiesta que vamos a pegar cuando esto acabe”, “cuando vuelvan lo besos y abrazos” o ese comentario, “todo pasará, hay que aguantar”, no respondo de mí. Harta verdaderamente no es la palabra, hasta el mismo fondo de mi alma, por ponerme educadita, porque existe otra palabra, más acertada, más perfecta, pero no quedaría bonito escribirla aquí.
Además, y segunda cuestión, ¿de verdad todavía hay personas que piensan que todo será como antes? No, la respuesta es un rotundo NO y además sería un error pensarlo, ¿de verdad todavía queda alguien que cree que esto nos dejará igual que antes? Pues no, ni económicamente, ni mentalmente, nuestras cabezas empiezan a no estar buenas, pero hay que ser positivo, estamos dando trabajo a psicólogos y no digamos a la Cruzcampo o a Estrella Galicia, o cualquier bodega que se precie, ¡viva Marqués de Cáceres, Balandro o Barbadillo!. Dentro de poco estarán en alza los centros de alcohólicos anónimos, pero que también mola. Fomentar el empleo, es fomentar el empleo, eso es así.
Lo dicho, el pasado no vuelve y desde luego nuestro estado intacto de felicidad- infelicidad sin virus, menos aún.
No seremos los mismos, pero seguramente sí seremos otros.
Y cuando estudien sobre nosotros nuestros futuros herederos o los herederos de los herederos, seremos la generación que más aguante ha tenido de todas las generaciones, porque oye, que nos ha pasado de todo, generación tecnológica (todavía recuerdo cuando tenía un novio en Málaga, me escribía cartas y me llamaba al fijo de mamá y yo deseaba con toda mi alma que pudieran fabricar teléfonos con cámaras, para verlo y ¡ahora están ahí! y ¡horror!, ¿qué hago con estos pelos?, ¿qué filtro me pongo para retocar mis ojeras? Y “por dio” que lo tengo todo por medio, y te pones debajo de una lámpara y foco ven a mí. Y sí, han habido guerras, golpe de Estado que nos pilló por los pelos, pero que esto es lo mismo, sólo que no hemos visto la sangre, pero sí una cantidad de cifras alarmantes y sólo deseamos que esto acabe ya.
Gracias a nuestro carácter, a nuestro talante, a ser como somos, a tener las familias que tenemos y esos amigos de alma que no están pagados, estamos sobreviviendo, porque si no es por nosotros, no sé qué sería de nosotros. Y aquí seguimos, con nuestro vinito, nuestro jamón, la cervecita que no falte, la Macarena, la Alameda los domingos por la mañana, el río para subirnos a él, y la Giralda para bajarla, los museos para recordarnos tiempos mejores, las galerías de arte para viajar y los lunares de nuestros cuerpos para recordarnos que aunque no haya farolillos, nosotros nacimos con ellos y eso es tener mucho arte.
Aquí os voy a escribir sobre lo que pasa, sobre lo que nos pasa pero no lo decimos en voz alta, con humor y sin condicionantes.
Bienvenidos a “Save the Pepper”, porque sin pimienta en la vida, no hay sal que valga, y menos aún azúcar.
Por Ana Nievas @ananievas_
@mordiscodemujer ? @savethecrown