Sanluqueña nacida en Cataluña, es una bandera de Andalucía en la pequeña pantalla. Sensible, humilde, trabajadora y con el don de llegar al público. Nuestra entrevistada de portada de esta edición de marzo es una chica de pueblo que ha conquistado las audiencias del país, sin conservantes ni colorantes, siendo todo lo libre que se puede ser. Lola es el nombre de su vida y Lola Flores quien se lo inspiró. Creció en una casa rica en amor. A los catorce años empezó a trabajar en televisión y su alegría, por parte de madre, y su honestidad, por parte de padre, le han llevado a ser lo que es hoy: Ejemplo y tolerancia. En la actualidad presenta un exitoso programa de entretenimiento en Canal Sur Televisión, Un año de tu vida, donde se desnuda y emociona con cada entrevistado, sacando lo mejor de cada interrogado.
-¿Quién es Toñi Moreno?
-¡Que me lo preguntes a mi! Se lo tendrías que preguntar a mi madre, “Dolorsita”, Dolores, que te lo define perfectamente (risas). Por eso Lola. Yo le he puesto a mi niña Lola realmente por Lola Flores, aunque mi madre cree que en algo ella también tiene que ver. Pues no lo sé. Es una chica de pueblo con muchos sueños, que sigue teniendo muchos sueños y sigue siendo muy de pueblo. Ha tenido un bagaje en la vida que le ha hecho aprender, a base de palos y de caídas, como todo el mundo. Así somos las personas que nos vamos haciendo. Realmente sigo siendo esa niña que dormía en una habitación de tres metros, donde solo cabía la cama y una mesita de noche y que soñaba con dedicarse a esto de la tele y ser una chica Hermida. Ahora son otros sueños diferentes, porque yo he sido una gran soñadora siempre.
-¿Tuviste una infancia feliz?
-Pues mira, yo tuve una infancia feliz, pero muy corta. Hasta que cumplí los ocho años, mi padre trabajaba como un emigrante andaluz en Cataluña, en la Seat, en Martorell. Hasta esa edad yo no era consciente del dinero y de las necesidades, ni de nada, porque en mi casa había para comer. Mis padres se han querido muchísimo toda la vida. Yo siempre tuve un hogar maravilloso. Una vez que hubo una reconversión y en la Seat se despiden a muchas personas, mi padre fue uno de los que salió y volvemos a Sanlúcar de Barrameda, que es de donde eran mis padres. Mi padre con el millón y medio de pesetas que le dan de indemnización se compra un piso, porque lo que quería era asegurarse un techo. A partir de ahí, mi padre trabaja en el campo como jornalero y cuando había peonadas las había y cuando no… Mi madre trabajaba cuidando a señores en la residencia de mayores. Llega a tener tres trabajos para darnos de comer. Yo estaba con mi madre en un barrio de trabajadores, porque lo de barrio humilde me toca las narices, donde pasábamos a veces mucha necesidad, pero donde nos ayudábamos todos muchísimo. Yo he ido con mi madre a comprar al supermercado una caja de melocotones y la hemos vendido en el propio barrio. La gente no quería melocotones, pero nos los compraban para que mi madre pudiera poner un puchero. Yo recuerdo una expresión de mi madre: “Hay que sacar mil pesetas diarias”. Porque con esa cantidad comía la familia. Yo no he pasado hambre, pero sí he pasado necesidad. A partir de los ocho años, cuando a un niño le dices no tenemos para llegar a final de mes o no tengo para los libros ese niño deja un poco de ser niño. Sin reproches, ni nada. Soy de la manera que soy por las circunstancias que he vivido. Por eso me pongo a trabajar con catorce años. Fue la primera oportunidad que tuve de trabajar en la tele de mi pueblo. No porque me gustase salir en la tele, sino porque era con lo que conseguía llevar el sueldo a mi casa, que hacía mucha falta. Recuerdo mi primer sueldo que fue de veinticinco mil pesetas. Ese sueldo algunos meses mantenía mi casa en los que ni mi madre, ni mi padre trabajaba. En mi casa ha habido mucho amor. Se ha comida muchas semanas lo mismo, muchos días, pero no ha faltado el amor. Nunca ha habido una falta de respeto y eso me ha ayudado mucho a formarme como persona.
-¿Habla con mucho amor de sus padres, ¿qué le gustaría transmitirle a la pequeña Lola del ejemplo de sus abuelos?
-Pues mira, no quiero llorar porque estoy monísima (sonríe). Mi padre murió hace cuatro años y todavía no lo tengo muy superado. De mi padre me gustaría transmitirle a Lola su honestidad. Era un tío noble y honesto. Yo me acuerdo de una anécdota, vamos, no me acuerdo pero me la ha contado mi madre veinte mil millones de veces. En la época gorda de crisis económica en Cataluña, hubo una promoción y a él le iban a promocionar en el trabajo. Él entendía que su compañero estaba más preparado que él y llevaba más tiempo en la empresa. Entonces dijo que no a la oferta. Mi madre siempre decía que de bueno que era era tonto. Mi padre ha sido muy honesto siempre. En mi casa decía que algo estaba mal. Yo le decía: Ya, papá, pero lo hace todo el mundo. Él me decía siempre: “pero está mal”. Mi padre era un hombre de campo muy poco hablador pero cuando hablaba sentenciaba. De mi madre me gustaría transmitirle la alegría y el sentido del humor. Mi madre se ríe en las circunstancias más duras. Ella siempre es capaz de sacar la broma. Es muy andaluza en eso. Ella es capaz de hacer reír en un entierro, sacando anécdotas que saquen una sonrisa a los demás. Y lo trabajadora que es. Mi madre está molida de dolores de los huesos de lo que ha trabajado.
-¿Qué ha aprendido en su profesión?
-La suerte que tenemos los que nos dedicamos a esta profesión, que tiene muchas lagunas y cada vez más, es que nos da la posibilidad de conocer a personas muy diferentes. Entonces con los años he sido más tolerante. Cuando trabajaba en la época de Andalucía Directo decía: ¡Dios mío! Esto es la universidad de la vida. Por la mañana hacía un suceso y veía la cara más dura de la vida y entrevistaba a una señora que acababa de perder a su hija de siete años en un accidente de tráfico y te dejaba tocada para un mes. Por la tarde, tenía que hacer un directo en una fiesta donde la gente se divertía en los pueblos, donde todo era jolgorio y generosidad. Cambiaba el chip. Veía la dos caras de la vida en menos de doce horas. Yo siempre pienso que la vida me ha dado la oportunidad de entrevistar desde políticos importantes, hablar con la Reina Sofía, a meterme en las Tres Mil Viviendas y quedarme a dormir en casa de una señora que hizo una berza cuyo sabor nunca he olvidado. Valorar lo bueno que hay en las personas de todas las clases sociales e ideologías. Yo me trabajo la tolerancia, pero con la edad me he vuelto más intolerante con las tonterías. Entonces empiezo a decir lo que pienso y es muy peligroso.
-¿Es caro ser libre?
-Yo creo que ninguno lo somos en el fondo. Nadie es libre. Todos tenemos nuestras mochilas. Cuando me ha tocado aguantar a un jefe que era una persona que dejaba mucho que desear, había compañeros míos que decían: ¡Yo no aguanto!. Yo siempre decía: ¡Tú que puedes!. Bien porque sus padres tuvieran pasta o por lo que sea, porque yo sí aguantaba hasta que hubiera otra opción. Ya estaba yo para tragar. Yo he sido una persona de contar hasta diez siempre. ¿Libres? Tenemos muchas hipotecas, no sólo la de la casa. Yo ahora mismo no me puedo permitir quedarme sin trabajo, en un momento muy convulso como este. Tengo una hija y tengo que darle de comer y una educación. Libre en nuestra casa y con los nuestros.
-Se acerca el día de Andalucía, ¿de qué manera te ha marcado?
-A mí se me olvida muchas veces que he nacido en Cataluña. Los andaluces nacemos donde queremos. Los de Sanlúcar nacemos donde nos da la gana. Esa es mi frase. Cuando leo de algún compañero refiriéndose a mí “la periodista catalana” siempre digo: ¡Perdón! Yo viví allí ocho años. Mi barrio era una especie de gueto donde todos éramos andaluces y mi cultura ha sido andaluza. Mi familia es andaluza y mis antepasados son andaluces. Esa es la realidad. Siempre he estado muy orgullosa de ser andaluza y nunca he sentido complejo ninguno. Tengo una anécdota que te vas a tirar al suelo. Yo me fui con dieciocho años de viaje. Aprobé selectividad en septiembre. No tenía nota para entrar en ningún lado. Ni nota, ni dinero. Entonces coincide que me quedo sin trabajo en la tele local. ¿Qué iba a hacer yo quedándome en Sanlúcar sin hacer nada en un piso de cincuenta y cinco metros? Yo tenía muchas ganas de viajar, pero no tenía dinero. Me fui de voluntaria a Kosovo con una amiga mía. Íbamos a Međugorje. Era muy practicante (sonríe). Allí íbamos muchos jóvenes de todo el mundo con ganas de ayudar. El país estaba destrozado. Acaba de firmarse la paz. Queríamos ayudar y no sabíamos cómo. Mi inglés siempre ha sido horrible. La gente se presentaba diciendo: Yo soy de Bélgica, de Holanda, de Alemania… Yo siempre decía: Yo soy de Sanlúcar (risas). Yo salí de Sanlúcar pero Sanlúcar nunca salió de mí. Tenemos mucha suerte por haber nacido en Andalucía. Sin ser chovinista, porque yo he viajado por todo el mundo y te das cuenta que lo tuyo no es lo mejor. He visto cosas maravillosas por el mundo, pero mi lugar, mi sitio es Andalucía.
-¿Qué tiene Sanlúcar?
-Me lo tendrías que decir tú (risas). Es como si me preguntas que por qué quiero a mi hija. No sé. Para mí Sanlúcar está llena de recuerdos, de olores, de sabores. Es el sitio donde la gente es más generosa, simpática y tiene menos complejo. A Sanlúcar han ido toda la vida los Reyes, aristócratas, se ha instalado la Casa de Medina-Sidonia, pasaron muchos años los Infantes Borbón y Orléans… Vas por sus calles y ves escudos de grandes casas de todos lados… Nosotros siempre nos hemos mezclado muy bien con la nobleza y con la pobreza. Allí va un famoso y nadie le da la lata, porque estamos acostumbrados a ello. Yo creo que es un sitio precioso para estar, para vivir… Yo iba una vez con una amiga que tenía una peritonitis y le dije: Tómate una manzanilla que eso se te va ligero (risas). Sanlúcar es una forma de ver la vida. Tiene muchas cosas buenas y, en mi caso, tengo a toda mi familia.
-¿Quiénes le han impresionado más en su carrera?
-Depende del momento en el que les he conocido. Tengo años y hay algunos a los que les he hecho hasta siete u ocho entrevistas. A mí me ha impresionado mucho entrevistar a Ana García Obregón en esta última etapa de su vida. Yo estaba embarazada y sabíamos que su hijo estaba muy malito. Me ha dejado tocada por mucho tiempo. Yo creo que el ser humano es capaz de lo mejor y de lo peor, dependiendo del momento en el que lo coges. Yo le había entrevistado antes y no fui capaz entonces de sacarle lo que ella tenía dentro. La llamábamos erróneamente Antoñita “La Fantástica”. Una tía bióloga, con idiomas, con un coco privilegiado. Era divertida y hacía la vida fácil a los demás y entonces entran en juego el prejuicio que es el peor de los castigos. Cuando la entrevisté me hubiese gustado quedarme a su lado para aprender. Bibiana Fernández me parece otro de los personajes que me llevaría a mi casa. La pondría en la mesita de noche y le diría háblame todo el rato. He podido entrevistar a gente con mucho dentro, con muchas vivencias y con mucha generosidad. A un Raphael, que ha llenado por todo el mundo y que no hay otro más grande para mí, que se sentó conmigo y me hiciera sentir que la importante era yo y me preguntara él a mí, por mi vida, mi hija, mi madre… Hay mucha gente guay.
-¿Se pueden encontrar amigos de verdad en nuestra profesión?
-Sí, sí, sí. El mundo es una selva y si tú no estás estará otro, pero yo puedo presumir que mis mejores amigos son de este mundo, porque, entre otras cosas no he tenido tiempo para nada más. Si no he sido capaz de hacer amigos durante este camino apaga y vámonos. De todos los proyectos donde he estado siempre me he llevado a alguien. He dicho: Esta persona para mí y para mi vida. Están mis amigas del colegio de Sanlúcar de toda la vida, con las que tengo un chat y una relación maravillosa. Tengo a mi familia. Soy muy de mis primos, pero tengo a personas que han ido pasando por mi vida a través de mi profesión, porque es lo que he hecho siempre, trabajar.
-¿Qué proyectos tiene?
-¡Imagínate! Soy joven y acabo de ser madre. Soy una jovenzuela (sonríe). Yo siempre voy con un cuaderno y todo lo que se me ocurre lo apunto y lo propongo. Soy Missis Proyectos, pero no sólo de tele. Soy culo inquieto. He fracasado un montón de veces. He aprendido mucho y me ha costado el dinero aprender. Yo en la tele no soy una persona de marcarme unas metas, porque luego no salen y te frustras. Si alguien me viene con un programa de entretenimiento, yo lo miro, es un reto y lo hago. Y si no es un reto también lo hago porque tengo que pagar una hipoteca (risas). Si me ofrecen un informativo, también lo he hecho. He sido reportera. No me marco proyectos concretos porque si no salen te frustra. A mí hay una frase que me gusta mucho: En esta vida es tan importante saber lo que tú eres, ser consciente de tu competencia, de lo que haces bien, como ser consciente de tu incompetencia. Saber lo que no debes emprender, porque eso te ayuda.
-¿Qué pasa en España?
-Yo no lo sé tío. Me pillas en esta entrevista, tras haber visto todos los actos vandálicos de Cataluña en el telediario esta mañana, de gentuza que, amparándose en defender la libertad roba ropa o destroza un pequeño comercio de gente que no levanta cabeza… Estoy sufriendo. Estoy dolida por todo lo que veo. No reconozco a mi país. Yo creo en la libertad de expresión, vivo de eso, pero siempre que no se atente contra las libertades de los demás. Toda la vida se ha criticado todo. El mejor ejemplo son los carnavales de Cádiz, con arte. Yo me he manifestado mucho toda la vida. Contra la Logse, la Lomce, contra todo. Luego hay que votar y ahí es cuando tenemos oportunidad entre todos de decidir. El clima de crispación que hay ahora mismo no es normal, que yo entiendo el nerviosismo, porque llevamos un año sin facturar, pero no esta crispación. Yo soy autónoma. Tengo la suerte de tener trabajo ahora mismo, pero no sé mañana y eso causa estrés y miedos y el miedo es muy traicionero, pero jamás la violencia.
-¿Ha conocido el amor?
-¡Tuviera que ver! (risas). Con cuarenta y siete años que tengo, sí, sí.
-¿Tiene alguna receta para ser feliz?
-Trabajármelo todos los días. La felicidad es una cosa que tiene que depender de ti, de que tú te la trabajes. No puede depender de los demás o de que los demás te den lo que tú consideras que te mereces. Ahí la has cagado. Yo tengo la obligación de ser feliz. Primero por mí y segundo por mi hija. Ella tiene que crecer en una casa donde sólo se respire felicidad. Si yo estoy agobiada porque no sé cómo pagar no sé qué factura voy a intentar que ella no se entere. Yo me la trabajo todos los días pero de verdad. Hay un método que es recordarte lo que tienes. Tienes salud para seguir peleando, una niña maravillosa con salud, que mide no sé cuánto porque es tremenda. Tienes un sol y vives en una parte del mundo donde tomarte una cerveza y una tapa de papas “aliñás” son tres euros. A lo mejor una vez en semana te lo puedes permitir y saborear ese momento.
-¿A quién le gustaría entrevistar?
-Está vivo. Me encantaría entrevistar a Joaquín Sabina. Yo soy bastante mitómana. Entrevisté a Rocío Jurado y a Lola Flores cuando tenía catorce o quince años. Me encantaría entrevistarlas ahora con lo que sé.
-¿Un libro?
-Cualquiera de Benedetti. Ahora los estoy releyendo otra vez. Marwan es un poeta que me flipa. Estoy ahora mucho con la poesía. Estoy en un momento que no puedo leer tragedias o ver películas de pena. No puedo. Yo necesito un chute de alegría. Me encanta ver documentales. Todas las noches cuando duermo a la niña veo un documental y como vea que empieza a contarme tragedias ahí es cuando lo quito.
-¿Una película?
-Desde que me quedé embarazada no soy capaz de terminar ni una película. Hace mil que no veo una. Si tuviera que elegir una que me marcara a lo largo de mi vida sería “El club de los poetas muertos”. Siempre te marcan las películas que ves cuando eres adolescente.
-¿Un lugar?
-Sanlúcar de Barrameda. Me lo pones fácil. Si no fuera Sanlúcar yo me iría a cualquier playa de Bietnan o Tailandia. Asia me encanta.
-¿Un personaje histórico?
-Juana La Loca, que yo creo que no estaba tan loca. Como dijo la Concostrina el otro día: Los historiadores han sido muy machistas toda la vida. Esta estaba loca porque era moderna y estaba enamorada.
-¿Un plato?
-¡Todos! Me encanta la pasta o el arroz caldoso con langostinos que me sale de puta madre.
-¿Una frase?
-Lo consiguieron porque no sabían que era imposible.
-¿Un secreto inconfesable?
-No habré contado públicamente algo, pero para mi entorno no hay secretos, porque soy una bocazas.
Texto: Mario Niebla del Toro
Fotos: Aníbal González