En el número 10 de la calle Orfila, nos encontramos con la exposición “L´EMPREINTE SAUVAGE” de Triana Obregón. Una muestra de unas veinte obras que, sobre formas circulares, se integran u ocultan formas rectangulares y orgánicas, siendo la naturaleza la principal protagonista. “Cada obra pretende ser un diálogo que busca el equilibrio entre los opuestos”. Esta es la sencilla, bella y primitiva manera con la que Triana quiere dejar huella en este mundo. Del mismo modo, tal y como es su obra, se muestra ella. La artista sevillana nos recibe alegre e ilusionada, con mucha espontaneidad, luciendo pendientes y collar de la joyería artesanal Romu, de los hermanos Sesé y Antonio.
La joven artista nos lleva también al rincón donde pinta, el estudio de arquitectura y diseño de interiores de su hermana Coki, ubicado en Plaza Nueva, el que define como un lugar colaborativo y enriquecedor gracias a todo el abanico de telas, materiales, ideas y belleza que encuentra en él. Coki nos acoge con un delicioso té, tortitas de miel difíciles de encontrar y con la canción que lleva el nombre de nuestra ciudad y que interpretaron Alejandro Sanz y su tío Arturo Pareja-Obregón. Una mañana muy dulce, repleta de arte, melodía y alegría, de esas que dejan huella aunque se tratara de lo que parecía ser un lunes cualquiera.
¿Desde cuándo es artista?
Empecé a pintar cuando era pequeña, más o menos con seis años, cuando me regalaron una caja de acuarelas que incluía un manual de instrucciones. Al seguir el paso a paso, me di cuenta de que se me daba bien. Desde ese momento, gracias a la confianza que me generó sentir que lo hacía bien, nació mi pasión por la pintura y por el arte, en general.
¿Cuál ha sido su formación?
Estudié Bellas Artes aquí en Sevilla. Pertenezco a la última generación de licenciados, lo que significa que hemos pasado más horas pintando. Durante mis años en la facultad, el modelo vivo era algo que practicaba a diario, entre pintura, dibujo o anatomía, puesto que casi todas las asignaturas implicaban esta técnica. Me siento orgullosa de haber podido experimentarlo porque además me sentía hábil en todo lo que hacía. La única asignatura que se me atragantaba era paisaje que, casualmente, es la que más estoy trabajando ahora.
¿Y su trayectoria profesional?
Durante la carrera, tenía un grupo muy competitivo y bastante bueno con el que participé en concursos. Más tarde, me llamaron la atención otros medios como la fotografía y la escultura, pero no le dediqué tiempo porque me casé y tuve dos hijas. Durante la época de maternidad, que la pasé viviendo en Francia, se me paralizó todo. Debido a que pinto con productos que suponen cierto riesgo, no quería exponer a mis hijas de esa forma. Ahora que hemos vuelto a Sevilla, he retomado mi trayectoria laboral.
¿Es su primera exposición?
No, antes de irme a estudiar una Erasmus a París, expuse aquí en Sevilla en el hotel Colón. Más tarde, expuse en una galería de París y en la facultad cuando estudiaba allí. Además, he participado en exposiciones colectivas comisariadas por el artista Juan Lacomba.
¿Cómo nace la obra expuesta?
La obra que está expuesta en la galería la realicé en Francia, inspirada en ese campo verde en el que vivía, un lugar lleno de matices. Mi hermana y yo nos hemos criado en el campo, pero era una dehesa en la que existen meses secos y ocres. Sin embargo, hay una gran diferencia con aquel campo francés por el paisaje y los colores. Me envolvía mucho. Me sentí muy conectada con el paisaje y de manera instintiva empecé a retomar la pintura.
¿A qué se debe el título de esta exposición?
“La huella salvaje” es el título. En ella, he simplificado desde lo primitivo, me he ido a lo básico; he cogido los pigmentos puros y los he puesto sobre los colores de la alquimia, el rojo, el blanco y el negro. Lo primitivo no tiene por qué tener una simbología básica, puede ser muy complejo y estructural. Es una obra que ha nacido de la espontaneidad, con imprimaciones de estructuras redondas, cuadradas y rectangulares.
¿Qué siente cuando pinta?
Cuando pinto me desvanezco, dejo que las formas y las texturas salgan por sí solas, buscando el equilibrio en la armonía e intentado siempre que haya poesía, que exista algo de sensibilidad en mis obras.
¿Cómo son sus técnicas de pintura o prácticas más habituales?
Tengo especial sensibilidad con el encuentro con los objetos. Yo, por ejemplo, encuentro un cuadro apoyado en la basura o un trozo de madera que en un principio es un desecho, lo recojo y luego lo dejo respirar un tiempo. De repente, un día, le encuentro la utilidad; su estructura, su materialidad encaja perfectamente para aquello que necesito representar.
¿Sigue una sola línea en la pintura?
Trabajo en dos líneas para diferenciar mi trabajo artístico, con dos nombres distintos. En los retratos, firmo como Triana Pareja-Obregón puesto que son encargos. En ellos, utilizo telas descatalogadas de mi hermana y gracias a ella consigo otros enfoques o elementos que no se me habían ocurrido, debido a que se dedica a la decoración y tiene muy buen gusto. Mi hermana es una gran fuente de recursos para mí. Por otro lado, en aquello que no es un encargo, en toda obra que nace de mí como la que está expuesta en la galería, firmo como Triana Obregón. El motivo es porque mi apellido tiene muchas connotaciones artísticas de las que me siento muy orgullosa, pero me quiero desvincular para encontrar mi propio camino.
¿Tiene en mente algún proyecto o nueva obra?
Mi siguiente trabajo será sobre la maternidad porque es mi biografía. Se ha despertado en mí un interés global sobre las artistas con las que he reconectado en la actualidad, ahora siendo todas madres. Siempre he pensado que es un gran cambio para una mujer artista ser madre y el vivirlo me hace poder hablar de ello con honestidad y lo voy a hacer de una forma diferente. Hasta el día de hoy, he trabajado de manera inmediata y espontánea, todo lo que me nace es de la impresión; en mi próximo trabajo, voy a empezar por la teoría, la investigación y el aprendizaje, de ahí van a surgir las imágenes.
¿Es Sevilla una fuente de inspiración?
Lo que me inspira es el campo. Sevilla me encanta, me apasiona, me parece una ciudad mágica y me hace muy feliz. Además, la he redescubierto con ojos de foránea porque a mi vuelta me he puesto a mirar hacia arriba y me he perdido por las calles pero, de momento, no es el lugar donde encuentro mi inspiración creativa.
¿Tiene artistas como referentes? ¿Quiénes son?
Sí, como artistas internacionales, Ana Vidigal, Martha Jungwirth y Joan Snyder. Por otro lado, mis amigos artistas también son una gran fuente de inspiración; Jorge Thuillier y Ramón David Morales, quienes están exponiendo en Galería Rafael Ortiz; Susana Ibáñez y Gloria Martín, ellas exponen en una colectiva de la Fundación Unicaja en la actualidad.
Texto: Carlota Acuña Ruano
Fotos: Pablo Pérez Rojas
